La Exaltación de la Santa Cruz es la fiesta del triunfo de la Santa Cruz celebrada cada 14 de septiembre en recuerdo de su hallazgo en el año 320 por parte de Santa Elena, madre de Constantino. 

Santa Rosa de Lima dice de la Cruz: “Puesto que ella ama a Cristo, al despreciado, el doliente, aquel que por nosotros se ha hecho pobre, ella también ama a todos los pobres que llegaron a ser sus hermanos más cercanos». Ella vivía el “ascetismo” como camino espiritual de piedad que siguieron muchos santos, como Santa Catalina de Siena y buscaba “acercarse a Dios” a través de la oración constante, que la llevó a alcanzar “la vida mística” y “experimentar una serie de visiones que el común de la gente no logra comprender con facilidad”.

De los escritos de Santa Rosa: «Que todos sepan que la tribulación va seguida de la gracia; que todos se convenzan que sin el peso de la aflicción no se puede llegar a la cima de la gracia; que todos comprendan que la medida de los carismas aumenta en proporción con el incremento de las fatigas. Guárdense los hombres de pecar y de equivocarse: ésta es la única escala del paraíso, y sin la cruz no se encuentra el camino de subir al cielo».

La Cruz es fruto de la libertad y amor de Jesús; no era necesaria, pero Jesús la quiso para mostrar su amor y su solidaridad con el dolor humano, y para compartir el dolor y hacerlo redentor.

Y continúa la santa de Lima: «¡Ojalá todos los mortales conocieran el gran valor de la divina gracia, su belleza, su nobleza, su infinito precio, lo inmenso de los tesoros que alberga, cuántas riquezas, gozos y deleites! Sin duda alguna, se entregarían, con suma diligencia, a la búsqueda de las penas y aflicciones. Nadie se quejaría de sus cruces y sufrimientos, si conociera cuál es la balanza con que los hombres han de ser medidos.»  

Ya lo dijo Jesús: «quien quiera ser discípulo mío, tome su cruz cada día y me siga», y ya sabemos cuál es el fruto final de nuestro seguimiento.