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SOR LEONOR D E SANTA MARÍA OCAMPO, OP

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Había nacido el día de la Asunción de la Virgen de 1841, en una cueva del cerro de Famatina, en un momento de grandes luchas por la organización
nacional. Su nombre de bautismo fue Isora.

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Vivió a fines del siglo XIX, de nacionalidad argentina y que entregó su vida en el Monasterio dominicano de Santa Catalina de Siena, de Córdoba (República Argentina).

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Una historia sorprendente, fuera de lo ordinario ya desde su infancia: visiones, sueños  significativos, persecuciones… toda una serie de sucesos muy dolorosos que fueron labrando su historia de fidelidad, pues el hilo conductor de  todos estos fenómenos extraordinarios, fue una respuesta fiel, generosa, valiente a todo cuanto ella creyó ser voluntad de Dios.

 

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Según sus biógrafos existían en ella dos mundos: el mundo  externo, con sus tormentosas noches y zozobras continuas y su mundo interior: unión con Dios, intensa y continua oración y firme perseverancia en cuanto Dios le pedía.

Ella misma describe los beneficios del Señor, que relata así:

«Me demostraba con diferentes señales y pruebas que toda me quería para El…» Y añade que «sobre todas las gracias recibidas  ha sido la de una presencia de Dios continua…. Aunque mi cuerpo estuviera en otra parte, mi voluntad y mi mente estaban en Dios…»

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Isora vivía una constante búsqueda, como una tensión hacia su futuro: la vida religiosa.  Ve logrado su anhelo y tras las etapas propias del tiempo de formación de la época, puede  hacer su profesión solemne en julio de 1870.

También en la vida religiosa encontró dificultades, pruebas, humillaciones, a la par que gracias místicas que ella manifestaba a su confesor con suma sencillez.

Con un lenguaje simple y accesible  nos  ofrece principios de discernimiento espiritual, que profundiza como si tuviera conocimientos de Teología, según lo atestiguan sus biógrafos.

 

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Sus experiencias místicas alternaban con  pruebas del alma, noches muy oscuras, tentaciones…Fue experta en humildad, hasta ese grado tan difícil como es alegrarse en los desprecios. Y practicó heroicamente virtudes como la mansedumbre, la obediencia, el sacrificio…Y todo ello  con la alegría  del Espíritu que alentaba su vida.

Llena de achaques intenta seguir a la comunidad hasta el fin. Y muere el 28 de diciembre de 1900.

Sus restos descansan en la iglesia del Monasterio de Santa Catalina de Siena, en Córdoba (Argentina). Su proceso de beatificación está incoado.

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Su biografía: «Sor Leonor de Santa María  0campo: Toda de Dios» incita a alabar al Señor por las maravillas que puede hacer en sus santos.