Hoy vemos a Jesús en una casa amiga. Marta, la anfitriona, ajetreada con las tareas de la acogida y María sentada a sus pies bebiéndose sus palabras.

Vista desde hoy la escena tiene poco de particular y vemos justificado el reproche de Marta a su hermana urgiéndole que deje de perder el tiempo y la ayude en os quehaceres de la casa.

Remontándonos a dos mil años atrás que es cuando surgió este relato, la cosa cambia. En aquella época y entre los judíos, era moneda corriente considerar a la mujer Incapaz para escuchar y aprender. En el imaginario común estaban vivos dichos como: “Mejor es echar la Torá al fuego que enseñarla a la mujer” “Maldito el padre que enseña la Ley a su hija” A la mujer se la consideraban tan necia que se veía como mucho más necio a aquel que perdiera sus horas   intentando hacerla comprender.

Situándonos así, ¿qué pensar de un Maestro que está adoctrinando a una mujer? Y no sólo esto sino que además defiende públicamente su derecho a escuchar, a ser instruidas y a aprender. Y es que Jesús está por encima de épocas y culturas y su pensamiento tan arcaico sigue plenamente actual.

María ¿ha escogido la mejor parte? El texto no cuestiona, sino que afirma. Sí, María ha escogido la mejor parte, una parte que no le será arrebatada. Lo cuestionable está en el qué y el cómo lo entendemos y sobre todo en la manera d ponerlo en práctica. Y desde luego no se trata de ser o no monja de clausura.

Se trata de seguir a Jesús, de ser y de vivir como cristianos. Es imprescindible subrayar el ser frente al hacer. Podemos hacer grandes, magníficas y sorprendentes cosas todo quedará en agua d borrajas si no son expresión y fruto de ese ser seguidor del Maestro. Es lo que ratifica Pablo: “Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor de nada me sirve” y que podemos parodiar “aunque diera todas mis cosas, todos mis tesoros incluso mi propia   vida o, por otro lado, aunque pase horas sin cuento en adoración de poco valdría si persigo un protagonismo que no nace de un sincero y verdadero amor.

Escoger la mejor parte no es devaluar la otra. El seguimiento no es un pastel que se fracciona y cada uno come su porción. Es un solo cuerpo animado por Jesús como cabeza. Cada miembro tiene su cometido, su propia función, pero todos cooperan entre sí, comparten y viven por la misma savia que es Cristo. Es lo que magistralmente expresa nuestro lema dominicano: “Contemplar y dar lo contemplado. No son dos compartimientos estancos son una misma realidad asumida por el seguidor de Jesús.

Hoy como ayer habremos escogido la mejor parte si de nuestra contemplación brota amor y vida entregada, como la de Jesús, por todos.

                                                                      Sor Áurea