A+M

 

Bahía Blanca, 29 de abril 2022

Fiesta de Santa Catalina de Siena

 

Muy queridas hermanas,

¡Feliz fiesta de nuestra Madre y Hermana Santa Catalina!

Siempre recuerdo lo que escribió fray Aniceto Fernández en 1970 con motivo de declararse a Santa Catalina como Doctora de la Iglesia: En ella «parece haber pasado toda el alma de Domingo». De ese modo, el entonces Maestro de la Orden «aplicaba» a esta gran mujer, la expresión usada por fray Antonin Mortier OP -autor de «Historia de los Maestros generales de la Orden» (8 volúmenes) refiriéndose al Beato Jordán de Sajonia (cf. Vol. I publicado en 1903).

Si esto ha sido así –y lo creo- también podemos decir de Santa Catalina de Siena aquello que en el Diálogo, ella -por revelación del Señor- afirma de Domingo… quien “tomó el oficio del Verbo, como una luz ofrecida al mundo por medio de María”. Catalina ilustra la Orden como una «navecilla»… amarrada con tres cuerdas: obediencia, continencia (castidad) y pobreza verdadera. Detenida especialmente en la obediencia (porque de la obediencia está reflexionando), se refiere a la Orden como un camino ancho, alegre y perfumado, un jardín de placeres que contiene toda delicia. No deja de reconocer que quienes no lo cultivamos así lo convertimos en un jardín salvaje (cf. Diálogo n. 158).

Me pregunto, imitando a Catalina, cómo podemos cultivar ese jardín, in medio Ecclesiae allí donde la obediencia nos lleva (y no como una pequeña parcela, tapiada, amurallada, pequeño lote de propiedad privada o barrio cerrado para hacer, decir, omitir lo que se nos ocurra fuera de la Iglesia).

¿Cómo animarnos «HOY» a dilatar ese jardín evitando vivir en una constante selfie individual o gregaria meramente autorreferencial?

1º) La “sintonía” de la Palabra con la realidad

Si de alguna manera suele definirse la “verdad” como la adecuación de la cosa conocida (la realidad conocida) con el intelecto (quien conoce), hemos de animarnos análogamente a vivir la tensión propia de la inculturación del Evangelio y la evangelización de la cultura. Esto exige tiempo, paciencia, constancia, perseverancia, sentido profundo de la contemplación ¡permanecer! (en el sentido del Evangelio de Juan).

Así podemos comprender y vivir más profundamente aquellos principios que nos ofreciera el Papa Francisco: “el tiempo es superior al espacio”, la unidad prevalece sobre el conflicto” y “la realidad es más importante que la idea” y “el todo es superior a la parte” (cf. Evangelii gaudium nn. 222-237).

Haber celebrado los 800 años de la confirmación de la Orden (1216) y del dies natalis – pascua de Santo Domingo (1221), nos impulsa y urge a comprender el sentido de la historia de la Orden, de la Iglesia, de los pueblos, de un modo integral y real como Historia de Salvación. Bien decía también el Papa Bergoglio, en su mensaje a los jóvenes de Argentina reunidos en la ciudad de Rosario en la noche del 26 de mayo de 2018: «No reniegues la historia de tu familia, no niegues a tus abuelos, busca las raíces, busca la historia, y desde allí, construye el futuro. Y aquellos que te dicen: “Si, los héroes nacionales ya pasaron, no tiene sentido, que ahora empieza todo de nuevo” ¡ríeteles en la cara! Son payasos de la historia».  Esto da sentido verdadero, real ¡raíces! a la Historia (personal, comunitaria.

Santa Catalina no ha pretendido clonar, fotocopiar o experimentar al modo de una fecundación in vitro los mismos tiempos de Santo Domingo (tiempos sociales y eclesiales) por el mero gusto de ser de “ayer” sino vivir su “hoy” con la misma pasión de Jesús y de Nuestro Padre, conociendo y asumiendo el camino recorrido y por ello intuyendo el porvenir proféticamente.

2º) El servicio.

Jesús se ha identificado con el Siervo de Dios: Él afirma que vino a servir y no a ser servido quien nos dice “Yo estoy entre ustedes como el que sirve” (cf. Lucas 22, 27) y “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes” (Mateo 20, 26).

En el relato de la Anunciación el evangelista identifica a la joven a la cual el Ángel visita con el nombre de “María”. El Ángel la llama como Dios mismo la conoce: “Llena de Gracia”, la muy amada, la elegida. ¡Ella misma, podríamos decirlo sin ambages, se auto percibe como “La Servidora del Señor”!

El servicio es la verdadera pasión que anima el alma de Domingo y Catalina. Ellos han vivido apasionados por Dios, la Iglesia, los hombres y mujeres de su tiempo… En una célebre carta al papa Urbano Catalina escribía: Dios eterno, recibe el sacrificio de mi vida en favor del Cuerpo místico de la Santa Iglesia. No tengo otra cosa que darle sino lo que tú me has dado. Toma mi corazón y estrújalo sobre la faz de esta Iglesia (Carta 371).

3º) El diálogo

 El 6 de agosto de 1964, Pablo VI -en su primera Carta Encíclica Ecclesiam suam (no en vano reconocida como un verdadero “Programa de su pontificado”) centró su mirada y reflexión acerca de la Iglesia en torno al diálogo.

El diálogo, constituye el modo con el que ha de desplegarse toda nuestra misión apostólica, pues es un arte de comunicación espiritual. En la Encíclica Ecclesiam suam, San Pablo VI señala algunas características del verdadero diálogo: 1) La claridad: el diálogo supone y exige la inteligibilidad, es un intercambio de pensamiento, es una invitación al ejercicio de las facultades superiores del hombre; por ello estimula nuestra diligencia apostólica para que se revisen todas las formas de nuestro lenguaje. 2) Otro carácter es, además, la mansedumbre. Cristo nos exhortó a aprender de sí mismo: Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29); el diálogo no es orgulloso, no es hiriente, no es ofensivo. Su autoridad es intrínseca por la verdad que expone, por la caridad que difunde, por el ejemplo que propone; no es un mandato ni una imposición. Es pacífico, evita los modos violentos, es paciente, es generoso. 3) La confianza en el valor de la propia palabra y en la disposición para acogerla por parte del interlocutor; promueve la familiaridad y la amistad; entrelaza los espíritus en una mutua adhesión a un Bien, que excluye todo fin egoísta. 4) Finalmente, la prudencia pedagógica, que tiene muy en cuenta las condiciones psicológicas y morales del que oye (cf. Mt 7, 6): si es un niño, si es una persona ruda, si no está preparada, si es desconfiada, hostil, y se esfuerza por conocer su sensibilidad y por adaptarse razonablemente y modificar las formas de la propia presentación para no serle molesto e incomprensible. Cuando el diálogo se conduce así, se realiza la unión de la verdad con la caridad, de la inteligencia con el amor.

El Papa Montini, con la Carta Apostólica Mirabilis in Ecclesia Deus proclamó a Santa Catalina de Siena Doctora de la Iglesia (4 de octubre 1970).

El Diálogo de Santa Catalina de Siena, lo sabemos, se desarrolla en cada capítulo a través de un pedido, una respuesta, la gratitud por esa respuesta. En esta providencial sintonía espiritual entre la Santa de Siena y el Santo Pastor que la proclamó Doctora, vale la pena centrar nuestra mirada en la urgente necesidad de diálogo. El mundo asiste a lo que desencadena la falta de un diálogo sincero, llano, verdadero, profundo, realista.

No dejemos de escrutar la Palabra, conocer y estudiar el Magisterio de la Iglesia, amar y vivir la tradición de la Orden; busquemos las respuestas adecuadas a los desafíos de nuestro tiempo; seamos agradecidos al Señor, a la Iglesia y a la Orden por sostenernos en esta búsqueda, vocación, comunión y misión.

Fraternalmente en Domingo y Catalina, las bendigo de corazón recordándolas siempre con afecto y gratitud. Les pido me bendigan.

 

+ Fray Carlos Alfonso Azpiroz Costa OP