Jesús tiene su proyecto. Va a comenzar su vida pública Ha pasado su niñez en Nazaret, ese pueblo perdido de Galilea a donde lo habían  llevado  sus padres huyendo de quienes lo querían matar.

Allí había permanecido oculto, como un niño cualquiera. Pero ahora, los tiempos los marca su Padre, va a salir del anonimato, va a comenzar su vida pública Por eso va al Jordán allí donde Juan bautiza. Juan es un profeta que anuncia la inminente llegada del Mesías.  Muchos acuden a  él en busca del perdón para sus pecados. Van acuciados  por una esperanza que al fin se va a cumplir. Otros por el miedo. El profeta vocifera amenazas, es preciso y urgente convertirse, el hacha está ya sobre el tronco. El profeta no duda en lanzar los más duros epítetos contra aquellos “sabios” conocedores y “cumplidores” de la Ley que se acercan con propósitos espúreos, muy distintos a los de la conversión, ellos, fariseos y saduceos, no la necesitan.

En ese ambiente de sinceridad y alborozo religioso aunque también  con infiltraciones de fanatismo, curiosidad, incluso de hostilidad, aparece Jesús.

 Pretende ser bautizado por Juan ambos cuchichean forcejeando:

  • ¿Cómo voy a bautizarte? ¡no merezco desatar tus sandalias!
  • Soy yo el que necesito que tú me bautices ¿y tú acudes a mí?
  • ¡Déjalo ya. Es preciso cumplir la voluntad de mi Padre!

Y Juan bautizó a Jesús. Al salir del agua  se escuchó una voz del  cielo:

  • Este es mi Hijo. Mi predilecto

Ya sabemos quién es Jesús. Hasta entonces se le conocía como el hijo de María y José el carpintero de Nazaret.

Jesús es, lo sabemos ahora, el Hijo de Dios. Aquel que va a levantar tanta polvareda. Al que muchos van a seguir, muchos lo van a ignorar, muchos lo van a perseguir y lo que es peor, muchos lo enarbolarán como bandera para defender y justificar sus propios intereses.

Sinembargo Él, como ajeno a las contradicciones que genera, no hace alarde de su categoría de Dios, se muestra como un hombre cualquiera, como uno de los tantos que transitan por nuestro mundo pero es el mismo Padre Dios quien lo señala como a nuestro Maestro y Señor. “Escuchadle” seguid su doctrina y su ejemplo de vida. Él os enseñará a vivir de otra manera, a cultivar otros valores ignorados como tales en vuestro entorno.  Sabréis que la paz y la felicidad están en otra parte. Aprenderéis a buscar el oro en el barro y nunca el barro en el oro, es decir, seréis capaces de descubrir la chispa de bondad que hay siempre en todo corazón humano así comprenderéis y  perdonaréis setenta veces siete. Sabréis que un corazón y unos ojos limpios  sentirán y verán a Dios, al Dios del Cielo y al Dios identificado con cada uno de los hermanos que os rodean. Aprenderéis  que ser manso y humildes os dará la posesión de ese poder y esa valoración que inútilmente buscáis  por el camino de la ostentación, la vanagloria o la exigencia. Aprenderéis que si queréis reinar tendréis que servir.

Este es mi hijo escuchadle y seréis bienaventurados y mi Reino será vuestro porque lo establezco en cada corazón.  

                                                                       Sor Áurea Sanjuán Miró   OP