En el fragmento de hoy pese a su tono de amenaza y advertencia descubrimos que su tema principal es la esperanza, la confianza, la seguridad y el gozo de saber que nuestra salvación está cerca, que Él está con nosotros – contigo y conmigo- haciendo suyas todas nuestras vicisitudes.

El texto comienza con una admiración que es a la vez nostalgia y lamento. El templo de Jerusalén joya arquitectónica y joya de simbología religiosa ya había sido destruido, ya no quedaba piedra sobre piedra la profecía de Jesús ya se había cumplido los cristianos ya molestaban y habían sido excluidos de las sinagogas. Eran tiempos de crisis.  El futuro que aquí parece profetizar ya estaba siendo presente. De ahí las advertencias «que nadie os engañe». En tiempos difíciles surgen los salvadores, gente más o menos oportunista o incluso de buena voluntad que ofrecen recetas mágicas, que abren una supuesta luz. Que nadie os engañe. Que nadie ni nada os meta miedo. Incluso vuestros parientes y amigos serán un peligro para vosotros porque no os comprenden, no os entienden porque también tienen miedo a ser arrojados con vosotros, fuera, lejos de la religión en la que habían nacido y que les había dado vida. Ser excomulgado suponía quedar desarraigado, sin raíces en un ámbito de soledad y desamparo. «No tengáis miedo» y tened esperanza, no os preocupéis de vuestra defensa, el Espíritu santo, el el Defensor, que pondrá en vuestra boca «palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro» y, además, tendréis ocasión » de ser mis testigos»

 Es un lenguaje apocalíptico y escatológico que pone en futuro lo que ya ha sucedido y se está viviendo. Es el peligro que tenemos al leer la Palabra, proyectar hacia un lejano y desconocido futuro un mensaje que es para mí aquí y ahora.

Una reflexión sobre la escatología y con este lenguaje, no tiene demasiado interés y es de dudosa efectividad.

 La pregunta no es «¿Cuándo va a ser eso? ¿Cuál será la seña?   ¿Qué pasará, cuándo y cómo sucederá? Sino ¿qué me dice a mi hoy y en esta situación?

En la adversidad, en cualquier adversidad no tengas miedo, hay un padre amoroso que cuida de ti, que no te deja de su mano, que guía tus, pasos y tus palabras, que te arropa cariñoso junto a su corazón y que «hasta los cabellos de tu cabeza» tiene contados.

Sor Áurea