¿HACER EL TONTO?

Lo de hoy sí que es difícil pero la contrapartida es el bienestar y la paz y en consecuencia la felicidad. La felicidad de una conciencia sin crispación ni desasosiego.

En línea con el sermón de las bienaventuranzas el fragmento de este domingo nos exige colocarnos en las antípodas de los valores que hoy se proclaman.

  • Amad a vuestros enemigos,
  • haced el bien a los que os odian,
  • bendecid a los que os maldicen,
  • orad por los que os injurian.
  • Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra;
  • al que te quite la capa, déjale también la túnica.
  • A quien te pide, dale;
  • al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

 

Como da la impresión que se nos pide hacer el tonto vienen las rebajas, las interpretaciones paliativas.

Ciertamente no es un texto para cumplirlo al pie de la letra, pero sí al pie de su espíritu: hacer el bien a todos sin discriminación ni revanchas. Ser bueno en todo y con todos al igual que el Padre Dios es bueno con los buenos y es bueno con los malos. Y la regla de oro: trata como quieres ser tratado, comprende cómo quieres ser comprendido.  Juzga como quieres ser juzgado.

Es la norma de conducta para quien quiera seguir a Jesús.

Es conocida, por ser reiteradamente citada en este contexto la frase de Lisias (S.V a.C.)

 “Considero como norma establecida que uno tiene que procurar hacer daño a sus enemigos y ponerse al servicio de sus amigos.”

Comparada con la norma evangélica resulta un cambio revolucionario tanto cultural como religiosamente.

Aunque en la antigüedad se dan corrientes de pensamiento que van acercándose a la línea de Jesús como aquella de Pericles:

“Hay que comportarse de manera que no hagamos de nuestros amigos enemigos sino que los enemigos se conviertan en amigos “

 

Entre los judíos privaba como un paso la moderación la ley del Tailón:

             “ojo por ojo y diente por diente”

Es decir, si tu enemigo te saca un ojo tú no serás vengativo, sino que solamente le arrancarás un ojo, pero no más y si te rompe un diente le romperás un diente, pero no más.

Esa era la ley “justa” pero Jesús tiene otro modelo de justicia, no devuelvas mal por mal, responde al mal con el bien.

Una “justicia «por la que se nos puede calificar de tontos. Tonto porque me dejo avasallar, colocándome el último y dejando que otros sobresalgan a mi costa. Pero pensar así no es pensar como Jesús ni es lo que Jesús nos pide, por el contrario, nos quiere haciendo valer nuestros talentos y haciéndolos fructificar por nuestro propio esfuerzo y trabajo, poniéndolos al servicio de los demás y nuca ignorando o menospreciando ni vejando al otro.

No, Jesús no nos quiere tontos, pero su pensamiento y su valoración no son como los nuestros. Hay una diferencia de matiz, un matiz que resulta un abismo, el que va del egoísmo a la fraternidad.

Optar por Jesús no es hacer el tonto. Es caminar hacia la felicidad. La felicidad que es consecuencia de un corazón libre y sereno. Libre de egoísmo, de rencor o de odio. Si no perdono me auto castigo por la desazón y la inquietud que produce un sentimiento de venganza no satisfecho. Si no amo, si no ayudo sentiré el sinsabor y la

intranquilidad que producen las deudas pendientes.

 

No seas tonto, si quieres ser feliz, ama, perdona, sirve, ayuda.   

Sor Áurea Sanjuán

Texto de referencia: Lucas 6, 27-38

 

 

Trata como quieres ser tratado, comprende cómo quieres ser comprendido