María de Magdala en la orden de predicadores ha sido honrada como «apóstol de los apóstoles» porque anunció la resurrección del Señor como su propio oficio de predicación.

“En el Evangelio se habla de María Magdalena en cuatro momentos:

  • Entre las mujeres que acompañaban a Jesús en su misión de predicador de la Buena Nueva. Relatan que Jesús había expulsado de ella siete demonios. Era costumbre judía que señoras piadosas cuidaban del alimento y vestuario de los rabinos, quienes escuchaban su enseñanza.
  • En el Calvario… entre las mujeres que estaban al pie de la cruz.
  • En el sepulcro, junto con las otras mujeres observó dónde colocaron el cuerpo de Jesús. Y luego preparó perfumes y ungüentos para el entierro del Señor.
  • En la Resurrección. En la madrugada del domingo llegó con las otras mujeres, se acercó sola al sepulcro y lo vio vacío. 

 

Dice Santo Tomás  de Aquino en la Catena Áurea: “ por esta mujer, que fue la más solícita en reconocer el sepulcro de Cristo, se designa a toda persona que ansía conocer la divina verdad, y, por lo tanto es digna de anunciar a los demás. No se os ha concedido este gozo para que lo ocultemos en el secreto de vuestro corazón, sino para enseñarlo a los que aman. También místicamente, María (que significa señora iluminada o iluminadora, estrella del mar) es figura de la Iglesia; y Magdalena también significa bastión de torre; esto es Magdal en hebreo lo mismo que en latín torre: este nombre, pues, derivado de torre, conviene justamente a la Iglesia. En aquello, pues, que esta mujer anunció a los discípulos la resurrección, se encarga a todos, principalmente a los predicadores, que procuren transmitir a su prójimo lo que a ellos fue divinamente revelado”

 

De “Carta a nuestros Frailes y hermanas en formación inicial” del Maestro de la Orden Fray Timothy Radcliffe O.P:

Jesús dijo a María Magdalena: «Vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Dios y vuestro Dios, a mi Padre y vuestro Padre«. Ella es enviada a compartir su fe en el Señor resucitado, aunque sus hermanos puedan mirarla como una ilusa. Así construimos un hogar común en la Orden, y nos atrevemos a compartir lo que nos ha traído aquí. Algunas veces será difícil. Probablemente llegamos esperando encontrar gente con mentalidad parecida a la nuestra, con los mismos sueños y la misma manera de pensar. Pero quizá descubrimos que otros llegan a la Orden por caminos tan diferentes que no podemos reconocernos en lo que dicen. Tan importante es que confiemos unos en otros. Puede llegar el momento en que tengáis el coraje de compartir vuestras dudas.

Pertenecemos y estamos en casa cuando nos damos cuenta de que somos más fuertes de lo que creíamos, y más débiles de lo que nos atrevíamos a admitir. Estas no son cualidades contrarias, son signos de que empezamos a conformarnos a Cristo fuerte y vulnerable.

Si crecemos como hermanos, seremos suficientemente fuertes para enfrentarnos con nuestra debilidad y fragilidad.

También descubriremos que no hemos alcanzado la comunión de los santos, sino que somos un grupo de hombres y mujeres débiles, indecisos, que necesitamos continuamente levantarnos de nuestros fracasos. En otro lugar he escrito cómo esto puede ser causa de crisis para un fraile en formación. Los héroes que un novicio ha amado y admirado resulta que tienen los pies de barro. Pero esto siempre ha sucedido. Es una de las razones por las cuales tenemos como patrona de la Orden a María Magdalena, que, según la tradición, fue una mujer débil y pecadora, pero que fue llamada a ser la primera predicadora del Evangelio.