Toda la Familia Dominicana: frailes, monjas, religiosas, misioneras, fraternidades laicales y sacerdotales celebramos la solemnidad de Santo Domingo de Guzmán, «quien en todas partes, se mostraba, de palabra y de obra, como un hombre evangélico».
 
Domingo fue como un timón en las manos de Dios, que se dejó llevar por el Señor desde siempre: naciendo en Caleruega, estudiando en Palencia, predicando en el sur de Francia y combatiendo la herejía albigense y, con otros compañeros fundando la Orden de Predicadores. El timón de un barco sirve para controlar su dirección en el plano horizontal, y este timón de Dios nos guía en nuestra vocación. Esta pieza permite a quien pilota controlar el timón de la nave y Santo  Domingo siguiendo las huellas de Jesús, se hace luz para no perdernos en el camino: nos permite ser hombres y mujeres evangélicos.
 
Cuenta la Historia de la Orden de Predicadores que «la vida de Domingo era tan virtuosa y el fervor de su espíritu tan grande, que todos veían en él un instrumento elegido de la gracia divina».
 
Pedimos a Dios por intercesión de Santo Domingo que proteja a nuestro hermano Gerard, Maestro de la Orden y le conceda sabiduría y prudencia y, que bendiga a toda nuestra Orden en cada una de sus vocaciones.
Compartimos un vídeo con una recopilación de «Pensamientos Dominicanos» del libro: «El sueño de Juana de Aza» de Fray Justo Fernández Álvarez, OP