ORACIÓN Y CATEQUESIS
El día siete de diciembre de 2012, el Papa Francisco nombró como nuevo Obispo para Orihuela a Mons. José Ignacio Munilla. Este hecho tan significativo para nuestra familia diocesana desencadenó un cordial proceso de acogida en el seno de esta Iglesia particular, que tuvo, por lo menos, dos fases significativas: Primeramente, todas las parroquias, movimientos, comunidades religiosas y colegios católicos, recibimos un subsidio de la comisión litúrgica diocesana en el que se proponían una serie de preces por nuestro Obispo electo, para usar en la Misa y en el rezo de Laudes y Vísperas. Esta primera etapa consistía en orar por el nuevo Obispo y por nuestra diócesis.
En febrero comenzó la segunda fase que consistió en difundir en las celebraciones litúrgicas, por las redes sociales, y, publicaciones en papel, una catequesis clara y corta de la misión del Obispo en la iglesia diocesana y la explicación de la secular tradición oriolana de la entrada del Obispo, a lomo de una mula blanca, en la ciudad. Ambos elementos, oración y catequesis fueron caldeando los corazones al fuego del Espíritu, de forma que el sábado 12 de febrero, la gran mayoría del pueblo fiel se hizo presente en el recibimiento del nuevo Pastor.

 

VISITA DE UN HERMANO EN SANTO DOMINGO
Nuestra Comunidad, en esa misma jornada, hacia el mediodía, recibió la visita de un miembro de nuestra Familia Dominicana, el Sr Nuncio Mons. Bernardito Cleopas Auza, que antes de dirigirse al Colegio Santo Domingo para participar de la comida que habían preparado para todos los que desde distintos lugares de España venían a acompañar a Mons. Munilla, tuvo la gentileza de regalarnos casi una hora de su precioso tiempo. Después de visitar al Santísimo nos dirigimos a la sala de comunidad donde los temas de conversación se enlazaban uno con otro. Nos impresionó su sencillez, su memoria, su realismo ante el presente de la historia en España y su gran sentido del humor. Vino acompañado de uno de sus consejeros: Mons. Renato Kucic y de un amigo común, D. Antonio Marín que los trasladó desde Murcia a Orihuela.

Al ver en nuestro jardín central los espléndidos cactus que lo embellecen, Mons. Renato dijo que al Sr Nuncio le encantan, por lo que, al despedirnos, le ofrecimos, además de un regalo oficial preparado por M. Priora, un par de macetitas con cactucitos pequeñines, hijitos de los nuestros. Después, seguimos normalmente la jornada monástica hasta el momento de la recreación en que encendimos la TV para participar del recibimiento del nuevo Obispo. Las más valientes hicieron jornada completa hasta más de las siete de la tarde, hora en que nos retiramos para hacer nuestras oraciones vespertinas.

 

 

CON NUESTRO OBISPO EN CASA
Mons. José Ignacio había anunciado que las primeras visitas en la diócesis las dedicaba a las once comunidades contemplativas. La mañana del día 23, pasado el mediodía, lo recibimos acompañado del Vicario para la vida consagrada, D. francisco Rayos Gutierrez. Después de los saludos, junto a ellos visitamos el Santísimo Sacramento y luego nos dirigimos a la sala donde se entabló un diálogo de lo más alegre y cordial.

Allí nos contó la resonancia que tuvo en él la bienvenida que recibió en la diócesis, cómo al ver las muestras de cariño, en su interior le pedía al Señor el don de la conversión porque el pueblo fiel que él contemplaba, merecía un Pastor santo. También dijo lo que un obispo amigo le dijo al saludarlo: “has llegado a otro planeta”, y lo que muchos le repitieron refiriéndose al clero diocesano: “es un clero muy bueno”. Añadió, pero no nos 

engañemos, la secularización impregna la sociedad y los medios de comunicación, por lo tanto ¡hay que trabajar! Allí relató algunas anécdotas de las que sólo cuento dos. Su hermano, también sacerdote, había participado con un grupo de jóvenes de la procesión con el Santísimo en Lourdes. Después comentaron lo que les había impactado o llegado más, unos señalaron el paso de la imagen de la Virgen, otros la música con cantos repetitivos, y uno dijo, a mí hay algo que no me gustó. Todos hicieron silencio para escuchar. Dijo: eso de que el obispo fuera todo el tiempo mirándose al espejo; el supuesto espejo era la custodia que portaba el Santísimo Sacramento.

En la segunda anécdota él mismo comprobó el grado de conocimiento de la fe cristiana de una jovencita que participaba de uno de los encuentros por él preparado. Habían visto una película en la que algunas escenas emotivas habían desatado las lágrimas de sus ojos. Al terminar una chica dice que su compañera lloró como una magdalena. Él le pregunta a la que lo había dicho si sabía de dónde venía esa frase, y la chica muy segura afirmó que sí, y explicó: “cuando mojamos en la leche la magdalena y luego la sacamos, no para de gotear…” Los dos episodios nos hacen ver que nuestros jóvenes conocen poco de nuestra fe.
Continuamos comentando la desproporción entre los bautizados y los que viven cristianamente. Luego nos dirigimos al Coro y rezamos Sexta. Al finalizar, pasamos al refectorio donde degustamos una exquisita comida con dulces de casa.

Entre muchas más cosas, Mons. Munilla nos comentó que los lunes cenará con los seminaristas y tendrá con ellos una tertulia prolongada. Contribuimos a endulzar su próxima visita con un regalo especial, una tortada hecha por sor Rosario que llevaba escrito el lema episcopal del Obispo: “In Te confido”.

Nos despedimos agradeciendo a Dios por haber disfrutado un cálido encuentro con nuestro Obispo y con su Vicario para la vida Religiosa. Comprometidos a rezar los unos por los otros.
Las dos visitas nos dejaron el corazón lleno de gozo al ver en nuestros pastores hombres maduros en Dios, empeñados en dar la vida por el Reino, hombres sencillos, lúcidos y con un gran sentido del humor que contagian la alegría del Evangelio.