UNA PUERTA ESTRECHA PERO SIEMPRE ABIERTA.

Jesús sigue de camino hacia Jerusalén, un camino que lo  conduce hacia la muerte. Mientras tanto va derramando gotas de sabiduría, sentencias recogidas por Lucas y que resumen el núcleo de su doctrina. Aseveraciones de Jesús que  no dejan de ser paradójicas.

El Maestro que nos ha hecho olvidar al Dios justiciero y nos muestra un Dios padre, un Dios misericordioso y bondadoso nos habla de puertas estrechas. De puertas que se cerrarán  ante los descuidados que han quedado fuera. Puertas infranqueables por la áspera y temible voz del amo

_ “¡No os conozco!”

_“¿Cómo? Si comimos contigo, si fuimos a misa todos los domingos, si nunca  faltamos al rosario, si todos los días rezamos tercia,, sexta , nona.. si… “

_“¡No os conozco!

Rechinaréis de envidia y de rabia cuando veáis   dentro, conmigo, a esos que inconscientemente menospreciabais porque no cumplían y juzgabais mentirosas sus excusas. A esos venidos de lejos y que no consideráis de los vuestros por paganos y descreídos. Esos se sentarán conmigo en el banquete. No entendisteis lo que tantas veces os repetí “misericordia quiero y no sacrificios” “ no quiero tus ofrendas si no eres capaz de reconciliarte de corazón con tu hermano” “No me visitaste cuando estuve en la cárcel”  “ no me ofreciste el agua fresca de tu comprensión cuando más la necesitaba”   

_“¿Entonces serán pocos los que se salven?”

Pregunta sin más pretensión  que la curiosidad  y ajena a los intereses de la propia conversión, por ello Jesús elude la respuesta y exhorta

_“¡esforzaos  por  entrar por la puerta estrecha! “

Y es que en la casa del Padre cabemos todos, pero cabemos sin equipaje, los fardos llenos de egoísmo, de injusticia y de jactancia,  los personajes orondos ricos de sí mismo  no pasan por la puerta estrecha. Es preciso despojarse, “Bienaventurados los pobres, los misericordioso.. los que trabajan por la paz…”

Quedémonos descifrando la enigmática frase final

“Mirad, hay últimos que  serán  primeros y primeros que serán últimos”

   Pero dicho esto, no olvidemos al Jesús que proclamó:

_” Yo soy la PUERTA  el que entre por ella se salvará” Una puerta estrecha, infranqueable, cuando intentamos cruzarla en solitario con nuestro cargamento insolidario y egoísta pero que se abre y se ensancha cuando vamos acompañados, del brazo y abrazados con todos aquellos con los que el mismo Jesús nos ha dicho que se identifica. Los hermanos, cualquier hermano con cualquier necesidad.

Sor Áurea Sanjuán