NI TIEMPO PARA COMER

 

«Todos te buscan» es la frase que encontramos en Marcos 1,39. En el fragmento de hoy se nos muestra a Jesús literalmente acosado. Todos le buscan, «ni tiempo le dejan para comer». Es el stress de quien se entrega a las tareas del Reino. Jesús escucha, Jesús acoge, Jesús sana. Incluso al volver a casa, cuando ya se busca un merecido descanso se encuentra que se había juntado tanta gente, todos con sus demandas de consuelo y curación que ni le dejaban comer. Jesús es así. Las necesidades ajenas le conmueven y mientras él pueda hacer algo a nadie despide porque se haya cumplido su horario. Su entrega no tiene límites.

Jesús está en el zenit de su fama, todos acuden a él pero no por el mismo camino ni con la misma intencionalidad.

Están los familiares entre temerosos y avergonzados. Desconfían y están perplejos ¿habrá perdido el juicio? Tanta movida no correspondía al muchacho trabajador y dócil de su tiempo en Nazaret. Abochornados por el escándalo y temerosos de que la cosa fuese a más intentan llevárselo a casa.

Están los escribas, es decir los biempensantes, la gente sabia de Jerusalén que involucrados en el asunto pero faltos de argumentos recurren al insulto.  “Tiene un demonio, es el diablo quien actúa en él”. Sin advertir que sobre ellos revertía su propia condena. Afirmar que Jesús esta endemoniado es blasfemar contra el Espíritu, y eso no tiene perdón.  Sin también advertir su propia estupidez.  ¿Puede Satanás luchar contra sí mismo?

Y están, finalmente los que le escuchan y cumplen su palabra. Estos son su madre y sus hermanos.

Jesús está trabajando por el Reino, ni los lazos familiares, ni los insultos de los prepotentes podrán hacerle titubear. ¿No sabéis que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?

Jesús provoca las más diversas reacciones: desconfianza, miedo, odio, escucha y acogida.

Jesús está formando una fraternidad, una comunidad de hermanos, una familia de mensajeros del  Reino.

                                                                                                                    Sor Áurea Sanjuán, op