Estamos rodeados y acosados por slogans que como cantos de sirena nos cautivan con sus llamadas y promesas de avance y bienestar nos sumergen en un mar que a la postre resulta de confusión, de ideologías que no acabamos de entender pero que se introducen bajo la etiqueta de modernidad.

Sin embargo, al escuchar o ver las noticias, al contemplar nuestro mundo ¿no encontramos motivo para el lamento y la conmoción? ¿Son demasiados los desquiciados o es demasiado agorera nuestra mirada? Ante estas circunstancias, en lugar de como solemos, echar diatribas contra la sociedad deberíamos advertir que nosotros mismos somos esa sociedad. Nuestros jóvenes y también los no tan jóvenes, andan, andamos, un tanto desquiciados ante el señuelo de una libertad que llamamos ‘progreso’ y que en demasiadas ocasiones deviene en libertinaje. No se trata de volver a la caverna sino de definir con sabiduría y claridad cual es el auténtico progreso, ese que en realidad nos libera y nunca provoca vacío, ansiedad, depresión, desesperanza, inadaptación y miedo.

Algo así nos presenta el evangelio de hoy. Jesús está conmovido. Ha mirado a su alrededor, la gente está extenuada y abandonada al igual que ovejas a las que les falta el pastor. Un rebaño sin pastor goza de libertad, cada oveja acampa a sus respectos sin norma ni coacción, situación que pudiera parecernos como la ideal sin embargo lejos de ser están extenuadas y es que no es la norma lo que sobra sino la arbitrariedad y radicalidad en la imposición que demasiadas veces la acompaña mientras que quizá le falta la justificación y formación.

NOS FALTAN MAESTROS

Nos faltan como dice Jesús operarios Ante esta situación se compadece y se lamenta, el trabajo es mucho y los trabajadores pocos. Nosotros, al igual que él deberíamos sentirnos apremiados, es mucho el quehacer Y hemos sido llamados Cómo han sido llamados los apóstoles cada uno por su propio nombre y es que Jesús llama a todos, pero la llamada no se pierde en la globalidad, sino que cada uno Experimenta la exclusividad de su elección.

 

Aurea Sanjuán Miró, 18 de junio de 2022