La Semana Santa representa el final de la Cuaresma, periodo de preparación que dura cuarenta días, en que se recuerda el tiempo que pasó Jesucristo en el desierto hasta su entrada en Jerusalén, que se celebra el Domingo de Ramos.

La Semana Santa, conocida como Semana Mayor, es un tiempo para dedicarse a la oración y la reflexión, acerca de cómo Jesucristo toma el lugar de los hombres y libera a la humanidad del pecado; es el tiempo ideal para que el ser humano medite sobre sus acciones y los cambios que debe realizar para acercarse más a Dios y cumplir sus mandamientos; tiene una duración de ocho días: comienza con el Domingo de Ramos y culmina con el Domingo de Resurrección.

A diferencia de otros días de la Semana Santa que cuentan con ceremonias singulares, el Lunes Santo continúa la celebración normal de la misa. El Evangelio que se proclama refleja el pasaje de la Unción en Betania, donde María unge los pies a Jesús con costosos perfumes. Suele celebrarse la Misa Crismal, con la bendición de los óleos.

El Martes Santo continúa con las celebraciones de la Semana Santa, conforme van acercándose los días de los principales cultos del Triduo Pascual. En el Evangelio, Jesús anticipa a sus discípulos la traición de Judas y las negaciones de San Pedro.

El Miércoles Santo es el día en que se reúne el Sanedrín, tribunal religioso judío, con Judas Iscariote.

Con el Jueves Santo se inicia el Triduo Pascual, es decir, los días en que se recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesús. El jueves se conmemora la institución de la eucaristía mediante la celebración de los Santos Oficios.

San Lucas lo relata en el Nuevo Testamento:

Entonces tomó el pan y, habiendo dado las gracias, lo partió y les dio, diciendo: ‘Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria mía. Asimismo, tomó también la copa, después de que hubo cenado, diciendo: ‘Esta copa es el nuevo convenio en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas, 22: 19-20).

Después de la cena, se recuerda la agonía y oración de Jesús en Getsemaní, en el jardín de los olivos, la traición de Judas y el arresto de Jesús. El cristiano celebra la institución del Sacerdocio, el lavatorio de los pies y el día del amor fraterno. Según relata la Biblia, la Última Cena fue el momento en el que Jesús se reunió con los doce apóstoles para despedirse de ellos antes de su muerte.

Los Evangelios narran que Jesús realizó el lavatorio de pies a sus discípulos, gesto que para la Iglesia es un símbolo de entrega a los demás, con la finalidad de dar un ejemplo de amor y servicio a los semejantes. De allí se desprende el mandamiento que Jesús nos hizo: que hemos de amarnos unos a otros.

Durante el Viernes Santo no se celebra la eucaristía, sino la liturgia de la Pasión del Señor; este día, los fieles guardan ayuno y abstinencia de carne como penitencia, recordando el momento de la crucifixión de Jesús en el Calvario para salvar al hombre del pecado y otorgarle la vida eterna. De allí que la cruz se haya tomado como el símbolo de la gloria para la adoración de los cristianos.

Así mismo, escribe Pedro: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu” (1 Pedro, 3: 18).

El Sábado Santo es un día de silencio y reflexión en el cual conmemoramos a Jesús en el sepulcro y su descenso al Abismo, y acompañamos a María en su soledad.

Este día, media entre su muerte y su resurrección. Se lleva a cabo la vigilia pascual, centro y culmen del año cristiano, en la cual se acostumbra a bendecir el cirio pascual, se canta el pregón pascual, se bendice el agua y se encienden las velas en señal de la resurrección del Señor, que acontece la madrugada del domingo.

El Domingo de Resurrección, conocido también como Domingo de Pascua, conmemora la resurrección de Jesucristo al tercer día después de su crucifixión y su primera aparición ante sus discípulos. Es un día de suma alegría para los fieles y esperanza de una nueva vida. Comienza el tiempo de Pascua, la cincuentena pascual, clave para comprender de otra manera la historia e iluminar todo acontecimiento. La muerte no es el destino de la humanidad ¡Cristo ha resucitado!