Florentina Nicol Goñi, religiosamente María Ascensión del Corazón de Jesús nació en Tafalla, el 14 de marzo de 1868. Fue la hija menor de Juan Nicol Zalduendo, al que llamaban Mentxo y de Águeda Goñi Vidal. Sus hermanas fueron Concepción, diez años mayor que Florentina, Luisa de cuatro años y  Marcelina de tres.

El día 15 de noviembre de 1872, falleció Águeda Goñi, con sólo 32 años, cuando llevaba apenas 15 casada con el padre de Florentina. Juan Nicol quedaba solo con las cuatro hijas. Concepción, la mayor, tomó las riendas de la casa hasta que su compromiso con un sargento isabelino acabó en boda.

Mentxo, dos años después de fallecer su esposa, se casó con María Palacios el 14 de septiembre de 1874. María a los 37 años, era viuda y tenía un hijo: Desiderio Ezcurra, un poco mayor que Flori; y fue una madre estupenda. La Madre Ascensión decía siempre de ella: “No me hubiera querido más mi propia madre”.

En el año 1878, una prima de Juan Nicol, llamada Madre Martina Zalduendo, religiosa del Convento de Carmelitas Calzadas (“las Miguelas” de Huesca), le ofreció encargarse de completar la educación de sus sobrinas. Luisa y Marcelina se alegraron con la idea. Así fue como ingresaron internas en el colegio de Huesca. Más tarde, al cumplir los 15 años ingresarán como religiosas en el Convento donde se han formado.

Flori quedó con sus padres añorando a las hermanas que escribían alegres desde el internado oscense. Al poco tiempo cumplió los diez años y recibió la Primera Comunión. A principios de 1881, nació su hermano Juanito.

Los padres pensaron en completar la educación de Florentina, como era costumbre, en un internado de religiosas, y decidieron enviarla a Huesca. El 12 de diciembre de 1883, fue inscrita en el colegio “Santa Rosa” de las Hermanas Dominicas de la Tercera Orden, que formaban el “Beaterio de Santa María Magdalena y Santa Rosa” fundado a comienzos del siglo XVIII.

Ella no pensó en ser monja pero el contacto con la vida religiosa dominicana había despertado en ella el interrogante sobre su vocación; cuando tomó la decisión de ser religiosa, al terminar sus estudios, prefirió volver un año a su familia para clarificarse plenamente. Retornó a “Santa Rosa” en 1885 dispuesta a comenzar su noviciado. En el mes de octubre, tras una breve estancia en Tafalla, su padre volvía a acompañarla hasta Huesca. Después de visitar a las dos hermanas carmelitas, padre e hija se encaminaron hacia el Beaterio en el cual ingresó. Su vida tranquila y metódica de profesora de colegio continuó sin más cambios que haber trocado la clase de labor por la que hoy llamaríamos de cultura general. Los impulsos de su juventud habían dejado paso a una actitud reposada, a una serenidad a toda prueba. Pero su interior vibraba con deseos de mayor entrega a Dios, y por dos veces intentó pasar a la Segunda Orden Dominicana creyendo que por allí debía calmar sus deseos generosos.

En 1907, cuando se acercaba los 40 años, fue nombrada directora de la Media Pensión, y desde entonces se llamaría Madre Ascensión.

El 31 de julio de 1912, La Gaceta de Madrid publicó un Real decreto por el que la Superiora del Beaterio de Santa Rosa de Huesca debía entregar la escuela Normal Elemental a su nueva propietaria, la Diputación de Huesca. El Ministro de Instrucción Pública, Santiago Alba Bonifaz, en los acontecimientos tormentosos de la política, hizo desaparecer las dos escuelas Normales que por privilegio de Isabel II, regentaban en España órdenes religiosas. La situación fue alarmante para la comunidad dominica: las hermanas perdieron de repente gran parte de su trabajo y apostolado. Para una comunidad de cincuenta religiosas era un problema serio. Sin embargo, deseaban desde hacía tiempo colaborar con las misiones y, en estas circunstancias, dirigieron cartas a América y Filipinas para ofrecer su servicio.

Después de un año de la Prefectura Apostólica de Puerto Maldonado en la selva del Perú llegó a Huesca en 1913 el Siervo de Dios fray Ramón Zubieta; un fraile dominico con acento americano que portaba consigo la carta escrita por ellas y solicitaba su colaboración. Con frases emocionadas y entrecortadas, cargadas de la fuerza que le daba su propia convicción, les presentó su Prefectura Apostólica de Santo Domingo de Urubamba y Madre de Dios, un territorio tan grande como media España, situado en el Perú en la frontera con Brasil y Bolivia en plena selva amazónica; les describió las difíciles condiciones en que se desarrollaba la vida de sus habitantes, de la situación de atraso en que vivían haciendo hincapié en el estado de sometimiento de la mujer. Después les habló de las escuelas- internados para niños que los misioneros habían abierto y que ahora pensaban ampliar abriendo otras para las niñas, pues para conseguir la evangelización de los nativos y la mejora de sus costumbres debían partir de la educación de las niñas y de las mujeres.

Ni Madre Ascensión ni Monseñor Zubieta tuvieron inicialmente el propósito de fundar un Instituto Religioso. Pero el paso del Maestro General de la Orden de Predicadores, Padre Luis Theissling, por Lima, fue decisivo para la Fundación de la Congregación, pues les aconsejó redactar unas Constituciones que sirvieran para las religiosas misioneras. El sábado 5 de octubre de 1918, en una solemne ceremonia celebrada en la iglesia de Nuestra Señora del Patrocinio, Madre Ascensión fue designada Priora General e inició la andadura la Congregación de Hermanas Misioneras Dominicas del Santísimo Rosario.

En aquel momento, a sus cincuenta años, comenzaban los veintidós años sin interrupción en que estará al frente de las Misioneras del Rosario. También había llegado el momento de abrir el noviciado español que les había aconsejado meses atrás el Rvdmo. Padre Maestro General. Por esa razón Madre Ascensión regresa a su patria.

El 24 de febrero de 1940, cuando le faltaban veinte días para cumplir 72 años, murió en la Casa Matriz de Pamplona.

Aquí os dejamos un vídeo con una breve reseña de su vida: