En el marco de las Congregaciones Generales que se celebran en Roma como preparación al próximo Cónclave, el Colegio de Cardenales ha dirigido un mensaje al Pueblo de Dios, invitando a todos los fieles a vivir este momento eclesial con profundidad espiritual, como un verdadero «evento de gracia y discernimiento».

En su comunicado, los cardenales expresan con claridad la dimensión espiritual del proceso que se avecina, subrayando que la elección del nuevo Sucesor de Pedro no es solo un hecho organizativo o político, sino un acto profundamente ligado a la escucha de la voluntad de Dios.

Conscientes del peso de la responsabilidad que recae sobre sus hombros, los purpurados hacen un llamado explícito a la oración del pueblo cristiano. «La oración —afirman— es la verdadera fuerza que favorece la unidad en la Iglesia, uniendo a todos los miembros en un solo Cuerpo, el de Cristo», evocando las palabras de San Pablo en la primera carta a los Corintios (1 Cor 12,12).

Frente a la magnitud de la misión que les aguarda y los desafíos del mundo actual, los cardenales reconocen la necesidad de ser instrumentos humildes en manos de Dios, dóciles a la acción del Espíritu Santo, «protagonista de la vida del Pueblo de Dios», a quien se debe escuchar con un corazón abierto, atentos a lo que Él dice hoy a la Iglesia, como lo recuerda el libro del Apocalipsis: «Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (Ap 3,6).

Comunicado de la Santa Sede

El Colegio de los cardenales reunidos en Roma, que están participando en las congregaciones generales para la preparación del cónclave, desea invitar al Pueblo de Dios a vivir este acontecimiento eclesial como un momento de gracia y de discernimiento espiritual, a la escucha de la voluntad de Dios.

Por esta razón los cardenales, conscientes de la responsabilidad a la que están llamados, perciben la necesidad de ser sostenidos por la oración de todos los fieles. Esta es la verdadera fuerza que en la Iglesia favorece la unidad de todos los miembros en el único Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12,12).

Ante la grandeza de la tarea inminente y a las urgencias de los tiempos presentes, es necesario en primer lugar hacerse instrumentos humildes de la infinita sabiduría y providencia del Padre celestial, en la docilidad a la acción del Espíritu Santo. Él es, en efecto, el protagonista de la vida del Pueblo de Dios, es a Él a quien debemos escuchar, acogiendo lo que dice a la Iglesia (cf. Ap 3,6).

Que la Virgen María acompañe nuestra invocación unánime con su materna intercesión.

Fuente: vaticanews.va

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