Santo Padre:

Desde Orihuela, ciudad antigua que el pasado Domingo de Ramos quedó muda por la caída de la campana de su Catedral, le deseo hacerle llegar mis mejores deseos al inicio de su pontificado.

Recoge usted el testigo del Papa Francisco, cuya cercanía al mundo marcó una etapa de gran humanidad y valentía. León XIV, le corresponde ahora una tarea inmensa: sostener la esperanza en un mundo que sufre, que duda, que busca. Confío en que su palabra cercana y firme sabrá abrir caminos de entendimiento, aliviar divisiones, y recordar el valor de la dignidad humana allí donde se olvida.

Ojalá desaparezca la envidia que tanto envenena, cesen las guerras que arrasan vidas, y las naciones se conviertan en acogida para quienes lo han perdido todo y sólo buscan trabajo y un porvenir para sus hijos.

Con respeto y reconocimiento,

Mariano Pedrera Andrés

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