Hoy, día en que hacemos memoria del Sagrado corazón de María; de la mano de la Virgen y de nuestro padre en la fe, Abraham, intentaremos profundizar lo que significa conservar los misterios de del Dios trino, revelado en Jesús, en nuestros corazones. 

Para poder conservar, primero hay que acoger, dejar que el misterio penetre hasta el fondo del corazón y permitirle que allí se vaya desplegando. Hacerle lugar, implica siempre lo que estábamos haciendo para ocuparnos del que llama a nuestra puerta.

El segundo paso, como lo hizo Abraham y lo hizo María en la anunciación, es brindarle lo más valioso que tenemos, el homenaje de nuestro entendimiento y nuestra voluntad: la confianza. Esto da lugar al diálogo de amistad. La confianza supone poder ofrecer al otro una comida como lo hizo  Abraham, o unas dudas hechas preguntas, como las que planteó María: “como sucederá esto si no conozco varón”,o “hijo porque nos has tratado así”…

La tercera nota, a mi parecer, es la de reconocer que el misterio, por más cercano que esté a nosotros, siempre será misterio, es decir siempre será inabarcable por nuestra pequeñez humana. Siempre nos dejará con hambre de más.

 La Verdad y la Vida van abriendo el Camino en el corazón que lo acoge y así desde dentro, lo van evangelizando, van haciéndolo cada vez más parecido al Hijo, más dócil al Espíritu Santo, más abandonado a la providencia del Padre.

¡Qué María y Abraham intercedan para que podamos conservar y dejar crecer el misterio que hemos recibido en el bautismo y qué todo nuestro ser pueda proclamarlo a las personas con las que compartimos nuestras vidas! Así nuestras palabras y obras serán eficaces porque no salen de nosotros mismos sino del misterio que llevamos dentro.

Sor Mª Luisa Navarro, OP

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