Día 6-

Acercando el angular

Estos días de encuentro en la Asamblea, nos han permitido enfocar más de cerca algunas experiencias con suficiente interés, como para dejar constancia de ellas. A pesar de su brevedad, porque los paréntesis entre las sesiones no permitían mucho margen, conviene valorar la riqueza de estos itinerarios personales. Así que, nos atrevimos a preguntar, en un tono más personal al Asistente de la Federación, a la Priora Federal saliente y a la entrante, algunos ecos de su vivencia en el periodo de su servicio o al inicio del mismo.

Con toda gentileza se prestaron gustosos a contestar algunas preguntas.

Fray José Ramón de la Osa

-¿José Ramón, tras estos años de recorrido como Asistente de la Federación de la Inmaculada Concepción, qué ha aportado esta experiencia a tu vida como fraile?

  • A mí, este tiempo con las monjas me ha aportado mucho. Siempre he sido una persona activa en el mundo de la docencia y centrado, sobre todo, en el ámbito social, mi campo de trabajo siempre fue la ética política. Trabajé en Madrid en un entorno socio-pastoral, durante la reordenación de Vallecas, ya en el tiempo de la transición democrática y, en ese tiempo, estuve implicado en la acción política y en el movimiento vecinal.  En ese sentido, la comunidad de dominicos de Vallecas fue un espacio privilegiado para madurar la vida dominicana inserta en un espacio obrero. Eso me permitió descubrir y reflexionar en un entorno de realidad social el sentido de la comunidad dominicana. Esos 26 años fueron muy importantes para mí. La debo mucho a aquella comunidad y a aquel barrio. En cambio, nunca me había planteado la dimensión contemplativa de nuestra vocación, y esa la he aprendido de vosotras. Siempre entendí mi forma de meditar desde una sensibilidad más racional y filosófica. Con vosotras he descubierto el aporte de la dimensión mística y contemplativa que hay en toda persona.  Por otro lado, la cercanía a las monjas, conocerlas y comprender sus preocupaciones en un mundo en el que su modo de vida (al menos en este contexto occidental) es tan minoritario, me ha permitido ver su esfuerzo por reivindicar un papel más central en las estructuras eclesiales. Están planteando propuestas muy importantes tanto como religiosas y como mujeres y es importante atender esas demandas porque en nuestra Iglesia todavía resta mucho que hacer, mucho por desarrollar en este aspecto. Pudiera parecer que las monjas son pasivas a este respecto y no es así. Y no sólo las jóvenes, sino también las de más edad, comparten este deseo de avanzar. Las mujeres contemplativas tienen mucho que decir dentro de la Iglesia.

– ¿Esta relación ha implementado tu visión de la Orden?

  • Bueno, esa visión de la Orden siempre se irá implementando, pero sí, en cierto sentido, esta dimensión contemplativa me era más desconocida, cierto que con 50 años de recorrido como dominico ya tienes una comprensión de la Orden interiorizada. Pero, sin duda ninguna yo llegué más tarde a esto, pero he visto presencias contemplativas con un profundo sentido profético y que tienen mucho que decir en un mundo como el actual. 
  • – ¿Por lo tanto, esta comprensión ha cambiado tu propia experiencia contemplativa?
  • Me ha ayudado a descubrir que la dimensión contemplativa no es algo exclusivo de la vida de los monasterios sino una dimensión que debe cultivar toda persona humana.
  • – ¿Oras más u oras de otro modo desde que eres Asistente?
  • Creo que siempre he sido una persona bastante reflexiva. Hace muchos años que descubrí la importancia de dialogar con uno mismo, y que la persona que no dialoga consigo tiene más difícil el “crecer”.  Pero en la medida en que uno aprende a silenciar los “ruidos” de la vida y a buscar el propio centro, va transformando esa reflexión racional por otra más contemplativa.

– ¿Cómo ha cambiado la Federación desde que tú eres Asistente?

  • Bueno, tampoco llevo tanto tiempo en este servicio, son cuatro años y porque se amplió un año más debido a la pandemia y la imposibilidad de poder  celebrar esta Asamblea en el mes de mayo del pasado año. Pero en estos cuatro años, sí creo que ha cambiado, pero porque ha cambiado también mucho la realidad. Yo ya me encontré un equipo federal muy dialogante, y resolutivo en el aspecto externo, porque han sido años difíciles, de muchos cierres, han fallecido muchas hermanas, el covid-19 ha afectado bastante en algunas comunidades y, por supuesto, siempre ha existido un gran espíritu de colaboración, de proteger el sentido de federación y, sobre todo, la praxis, ya de muchos años, de ayudarse mutuamente unas a otras. Hay algunos  monasterios que están más envejecidos, otros en situaciones quizá menos complicadas, pero, en cualquier caso, siempre se ha ido viviendo con una gran esperanza en el futuro. Esto es lo que he ido viendo en estos años, que frente a los problemas y a los cierres, se ha ido imponiendo siempre una actitud de confianza y de esperanza en el futuro. Y por supuesto, con una gran actividad por parte del equipo federal, tratando de resolver las situaciones, de afrontarlas con realismo y anteponiendo siempre la atención y el cuidado a las hermanas. Esta ha sido en síntesis la filosofía de trabajo.
  • -¿Qué fortalezas y fragilidades identificas?
  • No es muy difícil. Las fortaleza más destacable es lo bien asentada que está la idea de federación. La Inmaculada lleva más de 60 años viviendo esta realidad y eso ha favorecido un modo de relación entre los monasterios  muy estrecho y fraternal . La comprensión de que cada monasterio no es una realidad aislada, sino  que todos han de contribuir a priorizar el bien común. Y las fragilidades están claras: la media de edad de las hermanas y el temor a una brecha generacional que acabe en más cierres. Es importante mantener esa esperanza creativa en medio de esta dificultad.

-¿Te parece que se vive la sinodalidad en la Federación?

  • Sí, sin duda. No es ninguna novedad. Esta Federación se ha edificado en ese espíritu, lo lleva en los genes.

-¿Si pudieses dialogar con Santo Domingo qué le dirías sobre cómo gestó este proyecto dominicano?

  • Pues creo que le agradecería mucho que siempre manifestó una gran libertad, sobre todo, con respecto a los frailes. Y le agradecería también, el haber tenido la intuición de haber fundado una orden dedicada a la predicación del evangelio y el estudio de la teología. Era una persona profundamente humana y, al menos para mí, esa cualidad requiere de un sentido generoso de la libertad. Creo que me agradan estas dos peculiaridades.
  • -Dime tres cosas que esperas de las monjas
  • Pues les diría en primer lugar, que conserven y enriquezcan este espíritu tan marcado en ellas de federación. En segundo lugar, que sigan con ese entusiasmo y su sensibilidad femenina, aportando propuestas importantes para la actualización del mundo contemplativo en la Iglesia. Y la tercera, que sepan conectar su vocación contemplativa con el mundo de hoy.

-Gracias, fray José Ramón, por tu cordial disponibilidad. 

 

Sor María Teresa Gil

-Sor Teresa, tras haber entregado el testigo en el servicio de Priora Federal a una nueva hermana, ¿Cómo es el día después?

  • Para mi la experiencia en este servicio ha sido muy enriquecedora, que despierta en mi gratitud a las hermanas, a la Orden, a la Iglesia.

El día después ha sido de alegría, de paz, que ya sentía también previamente, pues en lo fundamental mi vida es la misma, pero sin esa atención permanente. Considero que es positivo el cambio en los servicios de responsabilidad, pues otras personas aportan nuevas ideas, el comienzo resulta siempre muy bonito, tiene mucha fuerza.

-¿Que te llevas de esta experiencia?

  • Me llevo que Dios nos acompaña siempre. A lo largo de estos 16 años, nos ha tocado asumir el cierre de muchos monasterios y esta experiencia resulta muy difícil, en cierto modo puede parecer que sólo tiene un aspecto desalentador. Sin embargo, he constatado que esa no es su única tonalidad, tiene otros matices. Hemos apostado por Dios, por vivir mejor nuestra vocación, como personas, como monjas, teniendo claro que, las paredes, por más que sean queridas, hemos apostado por la vida.

-En este sentido, ¿tienes la satisfacción de haber asumido lo que implicaba esa apuesta por la vida?

  • Me parece que sí. Con sus limitaciones, deficiencias, fallos, omisiones, pero creo que sí. El cierre de la casa federal de Torrente pensaba que sería algo traumático, que no podría llevarlo a término, porque la casa federal era el tesoro de la Federación. Pero he visto que no y además, me he sentido apoyada y secundada por el Consejo y las comunidades.

-¿Se podría decir que ha sido ese apoyo el que te ha dado el coraje de realizar ese proceso?

  • Ha sido el Señor, pero también las hermanas. Me han ayudado mucho en todo momento. He tenido un equipo muy bueno, personas muy sólidas, maduras; no solamente eficaces o capaces, sino ellas como personas.

-¿Qué esperas del nuevo equipo federal?

  • En realidad, espero lo que ellas vayan discerniendo que conviene llevar adelante. Me gusta este nuevo equipo, porque veo que la Asamblea ha apostado por la gente joven, por la renovación. Pero no sólo es eso, sino que sé que Dios acompañará, por lo tanto, hay que esperarlo todo y esperarlo como llegue. Tengo expectativas de futuro, como el pueblo de Israel que en medio del desierto estaba siempre acompañado por la presencia de Dios. Son personas que conozco y considero capaces de realizar este servicio.

-¿Qué harías ahora que no has podido hacer a lo largo de estos 16 años?

  • Pues rezar más. Es evidente que Dios acompaña, por supuesto, pero no es lo mismo. He procurado en este tiempo que no me agobiasen las situaciones, que las ha habido difíciles, pero he intentado que esta responsabilidad no fuese el único horizonte de mi vida.

-Dime tres palabras que no pueden faltar en esta nueva etapa.

  • Esperanza, fe, alegría y paz.

Muchas gracias, sor Teresa, por tu sencillez y sinceridad.

 

SOR TERESA VILANOVA

-Sor Teresa ¿cómo es el primer día en este servicio como Priora Federal?

  • Bueno, el primer día es como todos los días, en principio. He amanecido pensando que tenía que ponerme el traje de federal, porque la esencia es la misma. Según el oficio, tienes que tomar un rol u otro. Lo que intento es no perder la esencia, la esencia de ser tú misma en el oficio que tengas. El primer día pues me sentí un poco descolocada, porque no terminas de asimilarlo del todo, pero creo que nuestro ser de contemplativa no cambia y eso es lo que quiero tener, siempre, muy vigente.

Cuando empecé como priora hace unos años, también me planteé lo mismo: soy la misma persona, he de tomar una serie de decisiones o desempeñar una responsabilidad, pero que eso no absorbe mi persona, mi esencia de persona, ni de cristiana, ni de contemplativa. Es un servicio que tengo muy presente que va y viene y tienes que desempeñarlo un tiempo, pero que no define mi vida.

-¿Qué pedirías a la federación en este periodo?

  • Pediría continuar igual de unidas, igual de viva, sin tener miedo a los desafíos del futuro, como no lo ha tenido hasta ahora. Pediría que siga siendo lo que ha sido hasta ahora, no tengo ninguna queja del pasado, al contrario, es un estímulo y los años pasados nos tienen que servir de refuerzo para lo que pueda venir.

-¿Qué caminos inter-federales cabría implementar?

  • A mi modo de ver, incrementar la comunicación, más encuentros y sobre todo, proyectos comunes que pienso la vida nos impone.

-¿Qué te parece lo más inmediato a considerar en tu servicio?

  • Bueno, pues lo más inmediato para mi sería continuar desde la paz, hablar con las hermanas y las comunidades. Ir conociendo la realidad actual de las comunidades y lo que ellas desearían.

-¿Tienes deseo de visitar las comunidades a corto plazo?

  • Pues sí, si la situación sanitaria lo permite, sí. Porque las conozco a todas, pero no de la misma manera. Así que estas dos cosas: las hermanas y las comunidades serían mi prioridad.

-¿Qué valores positivos consideras que es necesario seguir cuidando?

  • Pues, diría que la comunión federal, los encuentros federales, todo lo que pueda unirnos, a través de los medios posibles a nuestro alcance. Incluir también los virtuales que faciliten la comunicación entre nosotras

-¿Qué fragilidades cabría superar?

  • Pues las debilidades las iremos superando como hasta ahora, dando pasos de mucha valentía. Intentaremos dar soluciones a corto plazo que, en ocasiones, son irremediables. Seguir por la línea que hemos seguido hasta ahora: confiando y abriéndonos al espíritu.

_ ¿Tienes confianza en la generosa disponibilidad de las comunidades?

  • Yo confío en que se hará por la trayectoria que tenemos y por el Espíritu que guía nuestra federación. No porque sea fácil ni lo acojamos como tal. Hemos visto que el Espíritu va trabajando y preparando en cada momento y con esta premisa se puede continuar.

-¿Está claro que esta nueva etapa será sinodal, como ha sido siempre?

  • Sí, la misma Asamblea ha sido muy sinodal, más que en otras ocasiones, porque ha sido totalmente plenaria. En otras ocasiones se configuraba en comisiones y se presentaba un documento a la Asamblea, pero esa información no reflejaba todo lo que se hablaba en las comisiones. En esta ocasión, todas hemos participado de la aportación de todas y, en ese sentido, ha sido un desarrollo más sinodal. El hecho de ser un grupo más reducido ha permitido esta metodología y podemos considerar que es uno de los rasgos positivos de ser un número reducido de hermanas.

-Dime los imprescindibles para llevar adelante el recorrido de esta aventura.

  • Creo que: hermandad, comunión y esperanza.

Muchas gracias, sor Teresa, por este momento en el que nos compartes tus primeras impresiones.

 

DESPEDIDA

Iniciamos la Asamblea Federal a la luz de la Palabra de Dios que nos invitaba a echar el copo al otro lado de la barca, al cambio de dirección que posibilite la fecundidad.  Esta mañana volvimos a reunirnos en torno a su fuego, con los interrogantes sin despejar, tal vez, más abiertos y numerosos. Tal vez, muy necesarios para no asentarnos en la costumbre.

Fray José Ramón nos indicó en la predicación que, en el evangelio de estas semanas pascuales, se encuentra la determinación de la comunidad primera: seguir a Jesús. Seguirlo del único modo posible: el servicio a los otros. La única fidelidad necesaria. No hay más pueblo de Dios que el que se construye desde este amor. No hay otro modo de experimentar el crecimiento que, aprendiendo a morir. Aprender a morir es realmente haber superado ese punto, en el que la vida se ve sólo desde mi propia perspectiva. Es necesario aprender a mirar la vida desde las perspectivas de los demás. Esto supone siempre un punto de inflexión que da paso a algo nuevo. También esta Asamblea ha sido un punto de inflexión, al que no se llega de cualquier manera, sino como consecuencia de un intenso trabajo realizado. La pregunta surge sola: ¿Qué es preciso hacer para seguir la estela de lo nuevo?

Esa novedad será la que tenga fuerza suficiente para aportarnos identidad, convicción y para seguir manteniendo la esperanza de nuestra fe.

Una novedad capaz de dejar atrás todo lo que estorbe la profecía, el sentido de nuestra vida contemplativa.

Una novedad que, en medio de la complejidad de la realidad actual, reclama nuestro crecimiento personal y comunitario; tanto hacia lo interno de nuestro ser, vivir y convivir, como hasta las relaciones y vínculos que van más allá de nuestros espacios.

Una novedad que nos transforme en creyentes de lo que somos.

Las maletas se escuchaban rodar por los pasillos, los abrazos ondeaban entre nosotras. Logramos, al fin, tras varios intentos y avisos, realizar el “más difícil todavía” de toda reunión: la foto de grupo.

 Tras varios años sin presencia ni figura, esta Asamblea abrió camino para los encuentros, en la confianza de que los encuentros nos abran caminos de vida.

Sabemos bien que ahora todo comienza.

Sabemos bien que, como dice en su libro: “Lo que no se ve”, el escritor Jesús Montiel; a quien le adeudo los textos entrecomillados de estas crónicas: “Lo que se dice con el volumen de la oración, llega más lejos que nuestros sueños”.