Fray Aniedi Okure, O.P., es el nuevo Promotor General de Justicia y Paz y el nuevo Delegado ante las Naciones Unidas. Fue nombrado por el Maestro de la Orden, fray Gerard Francisco Timoner III, O.P., el 25 de octubre de 2020, y asignado al Convento de Santa Sabina, Roma, el 10 de diciembre de 2020.

Hasta su nombramiento como Promotor General de Justicia y Paz y Delegado ante las Naciones Unidas, fray Aniedi se desempeñó como Director Ejecutivo de la Red de Fe y Justicia en África (AFJN), con sede en Washington DC, y como Miembro del Instituto de Investigación de Políticas (IPR) de la Universidad Católica de América. Su participación fundamental en la AFJN se ha centrado en la promoción de políticas africanas justas y la formación de grupos de la sociedad civil basados en la enseñanza social católica, el análisis social contextual, las técnicas y la movilización de grupos para la promoción concreta de cuestiones que afectan a sus comunidades.

Anteriormente, se desempeñó como Coordinador del Ministerio Étnico en la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), y como Vicario Provincial para América del Norte y el Caribe de la Provincia Dominicana de San José Obrero, Nigeria y Ghana.

Fray Aniedi tiene diversas experiencias en el ministerio pastoral en Nigeria, la República Democrática del Congo y los Estados Unidos, entre ellas la de capellán de jóvenes, capellán de la Federación Nigeriana de Estudiantes Católicos, colaborador de la parroquia de San Ambrosio en Boston (Massachusetts), capellán de la Universidad de Ife (Nigeria), capellán de las Hermanas de los Santos Cirilo y Metodio y capellán del Centro Médico Geisinger en Danville (Pensilvania).

Ha enseñado en varias universidades de los Estados Unidos y Nigeria. Durante muchos años ha dirigido talleres y seminarios sobre orientación cultural para agentes pastorales internacionales y el programa de competencia intercultural para profesionales que trabajan en el ámbito de la inmigración.

Fray Aniedi considera un honor ser llamado a servir a la familia dominicana en la Curia: “Estoy agradecido por la confianza que se ha depositado en mí. Mi primera tarea, tanto en Roma como en Ginebra, será familiarizarme con el campo. Necesito aprender lo que han hecho mis predecesores a lo largo de los años, cómo se ha llevado a cabo cada tarea y cuán efectivas han sido las iniciativas en este campo”.

Ha establecido como prioridad número uno el aprendizaje sobre la Comisión, sobre los entornos en los que los miembros de la familia dominicana desarrolló su ministerio, los desafíos que enfrentan en sus diferentes contextos y cómo negocian esos desafíos: “Sabiendo que estamos repartidos en 120 países, esto llevará algún tiempo, dada la gran diversidad dentro de la familia y los contextos divergentes en los que estamos llamados a servir”.

Añade: “Conociendo el terreno, espero seguir construyendo y fortaleciendo la solidaridad dentro de la familia, pero también intentaré vincular estas relaciones más allá de la Orden, con otras instituciones que tengan una misión similar o que puedan ser animadas a formar parte de la misión de la justicia”. Hay fuerza en la unidad. Un proverbio africano – etíope – dice que “Cuando las telarañas se unen, pueden atar a un león”. Cuanto más trabajemos juntos para resolver los problemas, mejores serán nuestros resultados”.

Reconociendo la dificultad particular de estos tiempos, fray Aniedi señaló que, por un lado, tenemos una tendencia creciente hacia la globalización y, por otro, albergamos sospechas sobre un “programa mundial único”. Por otro lado, tenemos tendencias nacionalistas y exclusivistas arraigadas que tienen una visión del mundo dividida. “Y sin embargo”, comenta, “con el advenimiento de la pandemia COVID-19, la realidad nos muestra que en realidad todos estamos interconectados en este mundo. Lo que está sucediendo incluso lejos de mi realidad debería preocuparme. Así que la pregunta es cómo nosotros como familia negociamos dentro de estas tendencias. ¿Cómo reflexionamos colectivamente sobre las formas apropiadas de hacer que la gente entienda que somos, en efecto, una familia de Dios, distribuida en diferentes contextos, regiones y áreas geográficas, pero sin embargo una familia”?

Citando al Papa Pablo VI, fray Aniedi recordó que nuestra interdependencia es tal que cuando un miembro de la familia es degradado, todos somos degradados; y cuando un miembro es elevado, todos somos elevados. Esta interdependencia, según él, es muy evidente en el impacto global de COVID-19, de tal manera que es necesario empezar a imaginar nuestro mundo en términos de interdependencia y conectividad.

Concluye: “La familia dominicana tiene una rica herencia, una multitud de recursos, talentos y experiencias. Mi objetivo será trabajar con ellos para encontrar formas innovadoras de utilizar sus tesoros para movilizarnos para obtener mejores resultados”.