LA SAL Y LA LUZ

No es muy buen estudiante aquel que tiene puesto su interés en todo excepto en el aprendizaje y está tan al día que cuando en clase le preguntan “¿cómo se comunican las personas?” responde “Por teléfono, por WhatsApp y en inglés”. La respuesta muestra ingenio, pero poco conocimiento de la materia. Este alumno no ha sabido escuchar al maestro, no ha aprendido la lección.

Jesús tiene muchos discípulos, pero no todos aprendemos la lección. Creemos saberla y casi nos atrevemos a decir, como los chiquillos, que «está chupada» y es que nos habla de cosas tan sencillas y con palabras tan llanas, que nos resulta familiar y cotidiano, pero sólo captaremos su sentido si ponemos toda nuestra atención, interés y empeño, sí hacemos cada día los deberes.

Hoy dice que somos sal y luz. Nos quiere sal y nos quiere luz.

La sal es algo al parecer anodino y sin relevancia, pero resulta imprescindible para enriquecer un guiso. No se ve y lo ideal es que no se note. Ya sabemos, o que pasa cuando en una comida han puesto demasiada o demasiado poca cuando la sal se nota el guiso se echa a perder y lo mismo ocurre con la luz., escondida no sirve para nada y demasiado potente deslumbra.

Los seguidores de Jesús tenemos que procurar dar .la talla., la justa, la que no llama la atención porque todo está en su sitio. Como se dice en la carta a Diogneto:

«… Porque los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad ni en la localidad, ni en el habla, ni en las costumbres. Porque no residen en alguna parte en ciudades suyas propias, ni usan una lengua distinta, ni practican alguna clase de vida extraordinaria.» 

Los cristianos no necesitamos signos especiales, basta que seamos esa sal que purifica, que conserva y libra de la corrupción a los alimentos, Basta que seamos luz, luz puesta sobre lo alto para que alumbre a todos.

No tenemos por qué llamar la atención haciendo cosas o viviendo de manera especial o distinta. Nuestra presencia ha de notarse sólo por la ausencia. Donde haya un cristiano se ha de notar no por las cosas que hace sino por ´cómo vive, cómo se relaciona, cómo ama. Solamente así seremos sal y luz de la tierra.

Sor Áurea