UNA FAMILIA EMIGRANTE

También Jesús fue un emigrante, un refugiado más, uno de tantos que huyen del hambre, de la miseria, del terror. A Jesús lo quisieron matar. Su padre legal y su madre virgen lo rescataron de las manos homicidas, trasladándose a tierras lejanas. Así nos lo cuenta Mateo en el pasaje que hoy nos ofrece la liturgia. Una narración repleta de simbolismo que pese a los dos mil años transcurridos, resulta de plena actualidad.

«José se levantó, cogió al niño y a su madre de noche, se fue a Egipto

 y se quedó allí hasta la muerte de Herodes»

 Así Jesús y sus padres resultaron ser, como tantos hoy, sospechosos de “robarnos el pan” y de “acaparar el mercado de trabajo y los servicios sociales” o cuanto menos, tropezaron con ese “muro de indiferencia” del que nos habla hoy el papa Francisco.

Muerto Herodes advirtieron que Arquelao era tan cruel como su padre. Así regresaron de Egipto pero se mantuvieron lejos de su tierra, escondidos en un pueblo en aquel entonces perdido y pobre de Galilea, llamado Nazaret. Tenían miedo.

Por otra parte vemos en esta escena de la “huida a Egipto” el prototipo de familia que en nuestro entorno nos resulta entrañable, unos padres que cuidan, protegen y educan al hijo formando esa unidad de amor en la que hemos crecido y nos hemos desarrollado. Un modelo de familia que hasta hace muy poco considerábamos indiscutible como el normal, por no decir el único, y que ahora es cuestionado en términos duros y peyorativos por machista.  A lo que podrían contribuir, de ser más escuchadas y conocidas, las lecturas que se nos proponen en la celebración de esta fiesta de la Familia. En esta época de igualdad y de lucha contra tanta violencia sobre la mujer, no podemos leer sin una aclaración previa;

«Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor»

Resulta curioso conocer que estos consejos no surgieron con la intención de machacar y humillar, profundizando todavía más la sumisión y la invisibilidad de la mujer, sino que fue una advertencia para las mujeres pudientes, de clase alta, que en ese siglo primero en el imperio romano presumían de total independencia, organizando su vida al margen del marido. Fue una llamada al orden. Mujeres, no sobrepaséis la línea roja, moderaos y favoreced la buena convivencia. Con este conocimiento cambia el sentido, o mejor, la impresión que nos produce una frase tan tajante y tan inasimilable para la sensibilidad actual. El resto de las recomendaciones favorecen la construcción de una familia cuyo nexo es el respeto mutuo, fruto del verdadero amor.

Y por último, el modelo que para nosotros es el tradicional, es también criticado, por no contemplar la variedad de tipos que ofrece la realidad social.

Respeto para todos, pero nos gusta ver a José escrutando el Cielo, apoyándose en ángeles, buscando lo mejor para sus seres más queridos.

Sor Áurea Sanjuán, op