¿HAS SUFRIDO UN ROBO EN TU CASA?

No, Jesús no anuncia sistemas de seguridad, sino que nos conmina a ser nosotros mismo la alarma.

Tener la experiencia de un atraco en tu propia casa es sorpresiva y traumatizante.

El ladrón llega un día y a una hora cualquiera y se cuela por el “agujero” más desapercibido y entonces descubres lo vulnerable de ese espacio supuestamente seguro que es la propia vivienda. Entonces descubres lo peligroso de vivir descuidado y la necesidad de estar alerta y vigilante.

con este relato tan antiguo y tan actual se nos habla de algo fundamental. El culpable no es el ladrón que viene de fuera sino la propia negligencia y estupidez.

 Con la metáfora del ladrón nos habla de la necesidad de la vigilancia y lo mismo con las de los criados que esperan a su amo y con la del administrador que no lo espera.

  «… si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete»

«…estad preparados, porque a la hora que menos penséis…»

«, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera…»

» Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva…»

Otro tema importante en este fragmento es la necesidad de cuidar lo que se nos ha encomendado.

«…. Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse,»

No hemos advertido el peligro de tomar como propio aquello que se nos ofrece como meros administradores y como cosa dada, obtenida sin esfuerzo la dilapidamos cuando deberíamos protegerla…

Nos hemos sentido, por poner un ejemplo, dueños de la creación malinterpretando aquello del Génesis 1,28 «…dominad la tierra…y los peces del mar y las aves del cielo…»  y la hemos puesto a nuestro servicio, la hemos sometido bajo nuestro dominio cuando, como buenos administradores la tendríamos que haber cuidado, Ahora lamentamos los destrozos, pero hemos sido nosotros mismos los ladrones Una culpabilidad compartida queda atenuada pero cuando lo dilapidado es la propia existencia ¿Dónde encontrar al culpable?

En este Evangelio. que leído de un tirón y superficialmente nos deja bastante indiferentes hay gotas de verdadera sabiduría.

No se trata de tener miedo, el Padre bueno nos ha dado lo mejor y nos cuida se trata de vivir con atención plena para no ser sorprendidos por el mal un mal que se nos cuela con la complicidad de la propia indolencia, atención plena que nos ayudará a distinguir el oro aquilatado del oropel descubriendo como tesoro propio el regalo divino. «Allí donde está nuestro tesoro estará nuestro corazón» Nuestro corazón será la fortaleza inexpugnable. El mal forcejeara en vano. El Dueño de la vida nos sorprenderá cuidando su don.    

Sor Áurea Sanjuán

Texto de referencia: LUCAS 12, 32-48