UNA ORACIÓN MÁGICA

Sí mágica. Cuántas veces hemos rezado un padrenuestro para pedir algo al poderoso Dios

Rezamos un padrenuestro a san Judas Tadeo, a san Martín de Porres, a la Virgen María. ¿pero advertimos lo que musitan nuestros labios más o menos precipitada o. rutinariamente? 

No mascullemos “padrenuestros”, vivamos el Padre Nuestro, la oración que inventó el propio Jesús para enseñarnos a orar, para revelarnos el secreto de una verdadera y eficaz oración.

Jesús nos quiere solidarios, hermanos y nos enseña que nuestro Dios es Dios personal y cercano al que llamar, porque lo es, “padre” la figura del padre aglutina y reúne en su entorno a los hermanos. Junto al padre no caben egoísmos por eso pedimos el pan nuestro, invocamos a Dios como Padre nuestro, pedimos el Reino para nosotros, que perdone nuestras ofensas, que no nos deje caer en la tentación. Ni un solo pronombre   singular en las peticiones de toda la oración una oración salida de la boca de Jesús, una oración con la que nos dirigimos a Dios en plural. Todos somos hermanos y cuando oramos no lo hacemos en solitario, aunque estemos solos sentimos en nosotros y con nosotros a la humanidad entera y juntos nos dirigimos a un Dios al que por personal y cercano nos atrevemos  a llamar PADRE NUESTRO.

Una oración que vivida resulta mágica. Con ella puedo pedir la solución de mi problema inmediato sabiendo que Dios como Padre bueno nos dará cosas buenas. Una oración que vivida exige que nos perdonemos mutuamente ya que ese perdón es el valedor el que condiciona el perdón que imploro a Dios.  ¿advertimos el compromiso que adquirimos cuando pronunciamos: “perdona nuestras ofensas igual como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”?

Una oración mágica pues viviendo lo que con ella afirmamos y rogamos desaparecen las tensiones entre nosotros. desaparecen las celotipias, los hostigamientos, los rencores, los odios, el miedo, las zancadillas,  todo aquello que conduce a un malvivir y adquieren carta de ciudadanía  la fraternidad, la  cooperación y todo aquello que conduce al buen vivir a esa vida buena que nos hace felices.

Con la bondad hacemos de nuestro suelo, de nuestro entorno un cielo en el que habita Dios, en el que Dios es santificado y se cumple su voluntad pues la voluntad y la gloria de Dios es que el hombre viva.

Recemos el padrenuestro todos los que la devoción o las normas nos dicten, pero nunca con rutina, hagamos vida todo lo que con él se significa.

Con un padrenuestro así acercamos el cielo a la tierra. Es una oración mágica.

Sor Áurea Sanjuán