MARTA Y MARIA

Jesús se hospeda en casa amiga. Jesús y sus discípulos, Comprendemos a Marta que se responsabiliza de su condición de anfitriona. Comprendemos a María que presta su atención personal al huésped. ¿Marta o María? La polémica está servida. Durante años se ha esgrimido la sanción del propio Jesús: “Marta Marta…María ha escogido la mejor parte” para ensalzar la vida contemplativa.

Pero ¿son así las cosas? En cuestiones del Reino las cosas no pueden ser así de simples y absolutas. 

Es impensable que Jesús reprochase el servicio de Marta tan necesario para atenderle a El mismo y sus acompañantes y es impensable que alabase la pasividad de María. En esta interpretación que ha primado durante siglos, hay una catequesis interesada en resaltar la importancia excepcional de la oración. Será incorrecto decir que interpretación tan sesgada ha tenido consecuencias un tanto negativas no solo en cuanto a la calificación de dos modos de vida religiosa sino también a nuestras propias vivencias surgiendo cuestiones tan banales como las de “si nos toca” (Aclarar para quien no esté iniciado en nuestra jerga monacal, que se refiere a sí habrá o no fidelidad al carisma al realizar, en el caso de las contemplativas algunas tareas caritativas y apostólicas).

 ¿Hay dos maneras distintas y contrapuestas de vida religiosa? ¿Alguna de ellas merece el calificativo de “mejor parte”?

No voy a enmendar la plana al Maestro, aunque sí a interpretaciones tan restringidas.

La caridad es tarea de todos y también anunciar el Reino.  No es exclusiva de nadie ni a nadie se le puede prohibir. Si tu hermano tiene hambre dale de comer. Si tu hermano tiene sed, dale de beber si está desnudo vístele si lo haces, a Mi me diste de comer, a Mi me diste de beber, a Mi me vestiste, dice el Señor.

El reproche de Jesús a Marta no va dirigido a las tareas de anfitriona sino al afán y la ansiedad con que las realiza, también ella debería reservar un tanto de atención a la persona que le visita y no sólo a las cosas que hace, quizá también al nerviosismo con que Marta a su vez reprocha a su hermana.

La alabanza a María no va dirigida a su pasividad y falta de colaboración en las tareas necesarias sino al interés y el amor que pone en la escucha de su Palabra

Marta y María dos actitudes unidas por una misma y única vocación: seguir a Jesús.

Todo cristiano ha de ser a la vez Marta y María.

Yo soy Marta y tú, hermana apostólica eres María

Las dos hemos escogido la mejor parte.

Sor Áurea Sanjuán