ACORDAROS DE TODO LO QUE OS HE DICHO

Seguimos en el ambiente cálido y tierno de la despedida.

Jesús se va y parece que le cuesta arrancarse de su lado y  dejar indefensos a quienes han querido seguirle. No me olvidéis, acordaros de todo lo que os he dicho 

Teme que su ausencia acabe debilitando el amor. Sus discípulos han de recordarle y han de recordar su enseñanza, pero estos “hijitos” suyos son débiles y están tristes por eso les incita. “Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde», y les promete enviarles un Defensor, al Espíritu que les recordará su enseñanza y les hará sentir su presencia.

Una presencia que no hay que buscar fuera porque habita en nuestro interior. Ya lo dijo Jesús en otra ocasión “mi Reino dentro de vosotros está” (Lucas 17,20-25)

«Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado» Las palabras de Jesús son dulces y cariñosas como su yugo que es Suave y ligero (Mt 11,30). aunque al fin yugo y por tanto exigente. Sus ataduras son ataduras de amor (Oseas 11,1-4) pero que piden reciprocidad. Juan lo ama y se siente amado. (1) Pedro también “Señor tú lo sabes todo, tu sabes que te amo” (Jn 21,17) y el resto de los discípulos harían la misma confesión, pero ¿Cómo se demuestra el amor? Jesús pone una condición “si me amáis escuchareis mi palabra”

Reclama amor. Pero un amor sincero que se demuestra no con declaraciones superficiales si no en la actitud de escucha, de interés por la enseñanza que les ha ido prodigando.

 «El que me ama escucha mi palabra” escuchar no es oír como quien oye el sonsonete de la radio o de la TV sin atender a lo que están diciendo.

Para escuchar la palabra de Dios no necesitan cursos especiales, basta escuchar a su propio interior. Allí ha establecido su morada con el Padre y el Espíritu. De su interior brota la enseñan, el recuerdo y la comprensión de lo que Jesús les fue diciendo y como consecuencia   la paz. Una paz que no es como la que da el mundo. No es ausencia de guerra ni de conflicto, no es la paz del cementerio. Es la paz de una conciencia tranquila que respira y secunda aquello que Jesús les enseñó y mantiene vivo el Espíritu Sto.  Es la paz de un interior habitado, por aquel que les cautivó y al que quisieron seguir. .

Hoy somos nosotros aquellos discípulos frágiles y vulnerables. El discurso de Jesús va dirigido a nosotros.

Nosotros somos aquellos discípulos un tanto olvidadizos y a quienes Jesús dirige su palabra y su ruego «no me olvidéis” no os perdáis ante señuelos de una paz y bienestar al margen o incluso en contra de lo que os he enseñado esa paz y ese bienestar no son los que yo os propongo. Azuzad el oído y el recuerdo. Mi Palara sigue viva, a vosotros os toca hoy vivirla y propagarla.

Ansiemos ese Espíritu que nos fortalecerá y nos lo dará a conocer todo.

Sor Áurea Sanjuán

 

Texto de referencia: Juan 14,23-29):

(1) Hasta 6 veces aparece en el Evangelio de Jn la expresión «El discípulo a quien Jesús amaba»