El mundo al revés como un calcetín al que se le ha dado la vuelta.

Sólo al  revés, situándonos en el otro lado, en el contrario al de los valores en boga, podremos entender lo que Jesús nos proclama hoy.

Solo desde la esquina en la que se sitúa Jesús. Pisando los mismos ladrillos que él pisa, dirigiendo nuestra mirada hacia donde él la dirige, podremos entender este discurso revolucionario.

Lo entenderemos si miramos lo que él mira y como él lo mira,  porque veremos lo que él ve y como él lo ve.

¿Dichosos los pobres,  los que lloran, los marginados y proscritos?

¿Infelices los ricos, los bien  vistos y agasajados?

¿Dichosos los que ahora tienen hambre?

.¿Alegrarnos  y saltar de gozo cuando nos odien   excluyan, y nos insulten?

¿Lamentarnos si todo el mundo habla bien de nosotros?

¿Cómo comprender a Jesús?

Vivimos situaciones injustas, situaciones de marginación y de hambre, de maltrato físico y psicológico y no siempre somos inocentes.

El de las Bienaventuranzas no es un discurso que nos haga inoperantes y resignados

No tenemos poder para  cambiar las cosas pero  sÍ podemos Intentar cambiar nuestra posición para «tener sus mismos sentimientos»

Para valorar a las personas y las situaciones como él las valora y si nos sentimos  victimas saber que está a nuestro lado porque Él mismo lo fue.

Nosotros los ricos, los que no tenemos hambre, los que nos cobijamos en casa acomodada y siempre tenemos a mano un vaso de leche y un chorro de agua calientes, ¿somos felices?

Lo seremos si como Jesús tenemos un corazón libre y nos situamos al revés.

Sor Áurea Sanjuán

 

Texto de referencia: Lucas 6, 17. 20-26