¿QUIERES SER EL PRIMERO?

El texto de hoy nos presenta el mismo escenario que el domingo anterior. Jesús, con sus discípulos, atraviesa los senderos de Galilea camino hacia Jerusalén. Van solos, no ha querido que nadie se entere para no ser interrumpido.  Jesús habla, enseña, revela los secretos del Reino a sus amigos. Les anuncia su ya próxima pasión. “Me cogerán, me maltratarán hasta la muerte pero resucitaré.”

Entretanto los discípulos discuten ¿Cuál de ellos será el más importante?

Cuando llegan a casa Jesús les reprende “¿Qué discutíais por el camino?”

Jesús expone su doctrina con parábolas, narraciones sencillas tomadas de lo cotidiano pero cuando quiere enfatizar las actitudes, la vida que han de tener sus seguidores utiliza paradojas: “Los últimos serán los primeros” “El que quiera ser importante sea el servidor de todos” “Quien pretenda el primer puesto colóquese en el último lugar”.

Los discípulos no entienden pero nosotros tampoco. Y es que nos lo pone complicado. Nos exige aquello que parece va contra nuestra propia dignidad.

Ser el último, servir a todos, colocarse en el último lugar ¿No es hacer el tonto?  ¿No es dejarse “chafar”? ¿No es provocar el que se nos menosprecie?

Pero hay más. Tomando a un niño lo puso en medio y lo abrazó:

“El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”.

Resultaría anacrónico interpretar este gesto y esta palabra tal como nos suena hoy. Jesús habla desde otro tiempo y otra cultura. Para nosotros el niño es “el rey de la casa”. Acogerlo, abrazarlo nos resulta grato pero en aquel tiempo ser niño equivalía a ser minusvalorado, desdeñado como el que no cuenta. Por eso cuando Jesús lo abraza nos está diciendo:

“Tienes que abrazar al débil, al menospreciado, al inmigrante, al acogido, a ese que te inoportuna pidiéndote una moneda”.

“Si quieres acogerme, si dices que me amas, ten en cuenta que yo me identifico con el más pobre y vulnerable”.

En definitiva, ¿todavía quieres ser el primero?

Sor Áurea Sanjuán, op

Texto de referencia Marcos: 9,30-37