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Acogiendo la invitación lanzada por el papa Francisco a toda la Iglesia, de celebrar el 19 de noviembre la “1ª JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES” empezamos con gran ilusión a preparar esta “fiesta de la misericordia”―como la definieron nuestros Pastores―, poniéndonos en contacto con los que serían nuestros primeros invitados. Así, el lunes 13, en horas de la tarde tuvimos la alegría de recibir en el locutorio a nueve jóvenes de la “Fazenda Sta. Mónica” que pertenece a nuestra diócesis. Llegaron acompañados del sacerdote que los guía y de un grupo de colaboradores seglares. La edad de los que están en rehabilitación está comprendida entre los 21 y 35 años y su procedencia es diversa: paraguayos unos y varios de argentina.

Con total naturalidad se presentaron compartiendo con nosotras brevemente el camino que habían recorrido hasta llegar a emprender la ardua senda de la recuperación. Todos manifestaron su deseo de verse libres de las adicciones y su temor a no tener la fortaleza necesaria para perseverar con confianza en la decisión tomada. Grande fue su admiración y alegría cuando les contamos que están siempre presentes en nuestras oraciones, además de que la comunidad fue testigo del nacimiento de la Fazenda y es custodia orante de sus miembros.

Ellos se interesaron por nuestra vocación y estilo de vida, como también por el trabajo que realizamos de fabricación de hostias.

Compartimos una rica y sustanciosa merienda amenizada con cantos (ellos trajeron la guitarra).

 Nuestras vidas habían entrado en comunión hacía tiempo, pero ahora conocíamos sus rostros, sus nombres y lo suficiente de sus vidas como para seguir clamando a Dios por ellos, como lo hizo santa Mónica por su hijo san Agustín. Fue un encuentro en el que se experimentaba con fuerza la presencia de Dios, todos pedimos que se repita.

Para finalizar quisieron acompañarnos con el canto de las Vísperas en nuestra iglesia.

 

Domingo 19 de noviembre

En feliz coincidencia con el aniversario de la consagración de nuestra iglesia estaba la “1ª jornada mundial de los pobres” con lo cual ha sido prácticamente imposible no recordar las sabias palabras del diácono san Lorenzo a Valeriano: “Los pobres son el tesoro de la Iglesia”.

Nuestros vecinos habían sido invitados previamente por la comunidad para la Misa que este día ofreceríamos por las intenciones que habían anotado en el cuaderno durante la misión del “Rosario peregrino”, por los enfermos y difuntos de sus familias.

Fueron puntuales a la cita. Participaron en la Liturgia llevando las ofrendas.

Finalizada la Misa los recibimos en el locutorio donde estaba todo listo para servirles unos dulces y un refrigerio. Después de agradecerles su presencia procedimos a rifar la canasta con comestibles que había sido ofrecida en el ofertorio y otros detalles preparados para la ocasión.

Ellos nos manifestaron su gratitud por acompañarlos con el cariño, la cercanía y la oración.

Así, con el corazón rebosante de acción de gracias por cuanto estábamos viviendo, continuamos nuestra jornada, meditando en el corazón todos estos acontecimientos.

                                                                                                                         Sor Mª Carmen Chorén, op