Sibilina Biscossi nació en Pavía, en Lombardía (Italia) en 1287; sus padres murieron siendo ella una niña y fue acogida por algunas hermanas de la Orden seglar que la formaron en la virtud durante tres años, que le enseñaron la fidelidad a la oración y la iniciación en la contemplación. Por una enfermedad se quedó ciega a los doce años y a los 15 tomó el hábito de Terciaria de Santo Domingo; transcurrió sesenta y cinco recluida junto a la Iglesia de la Orden de Predicadores, alumbrando con su luz interior a muchos que acudían a ella.

Cada día encontraba fuerzas para vivir santa y elegantemente participando de la Eucaristía, y conocía bien a cualquiera que hablaba con ella, le daba buenas orientaciones y consejos para vivir bien la preciosa vida que Dios nos ha dado. Poseía un grado tal de amor y de caridad que nunca se agotaba, porque “los santos no nacen, se hacen cuando viven el Evangelio y su novedad de vida.

Después de recibir los sacramentos, llena de años y méritos volvió al seno del Padre Dios el viernes 19 de marzo de 1367 y tenía 80 años. Fue sepultada en la Iglesia del convento de Santo Tomás durante su cuerpo se conservó muchos años incorrupto, recibiendo el pueblo por su intercesión gran cantidad de gracias.  Actualmente se veneran sus reliquias en la Catedral porque no hay ya convento de frailes dominicos en Pavía.

Pío IX confirmó su culto el 17 de agosto de 1854 y su fiesta en la Orden de Predicadores es el 19 de abril.