Cristo resucitado prolonga los misterios de su vida en la tierra en nuestras propias vidas.
El perdón es la expresión máxima del amor, y Dios ama así hasta el extremo; y da la vida por cada uno de nosotros.
Todos sabemos amar, sin embargo hemos de aprender a amar como Dios que ama y mirar las consecuencias: hasta el extremo.
En esta vida sólo el amor puede alcanzar a Dios, tal cual es, en sí mismo, nunca el conocimiento.
En el Vía Crucis meditamos el misterio del amor de Dios, contemplamos a Jesús en su pasión y muerte. Jesús con su sacrificio ha transformado la más grande e iniquidad en el amor más grande.
 
 
Texto y diseño: Sor Mª Luisa Navarro OP