El protagonista de hoy es José, sin embargo, nos preguntamos quién es Jesús. Cuando indagamos la identidad de alguien normalmente lo primero es preguntar de quién es hijo. Es lo que hicieron los compatriotas de Jesús cuando extrañados de lo que se decía de él, de sus prodigios, de su sabiduría, se preguntaban unos a otros ¿no es este hijo de María, el hijo del carpintero?

José, que por una parte es el artesano del pueblo y por otra pertenece a la estirpe de David, confiere a Jesús la doble dignidad, la del ser hombre entre los hombres como uno de tantos y la de ser miembro del linaje de David, como anuncia la Escritura que será el Salvador que ha de venir.

José, que es temeroso de Dios, bueno y justo, tiene sus dudas y zozobras. ¿Recibir o repudiar a María? Fiel cumplidor de la Ley y auténtico Israelita, se encuentra en un callejón sin salida. Pero como testifica el salmista: “Nunca he visto a un justo abandonado”, el Señor viene en su auxilio y viene “en sueños”. Un sueño que no tiene nada que ver con nuestras fantasías oníricas, sino que era la manera común de expresar una experiencia de Dios en la que éste asumía la figura de un ángel. En este texto Mateo está queriéndonos decir quién es Jesús y para ello nos habla de la grandeza de José que tiene tal cercanía con la divinidad que es el mismo Dios quien lo anima a asumir su rol.

José, fiel a su Dios, cambia su decisión de repudiarla en secreto y va a recibir en su casa  a María, consciente de que el peso que se quitaba de encima será sustituido por la carga de dificultades y problemas que va a tener que asumir, pero a la vez se siente desbordar de emoción  y ternura, de cariño y  alegría.  

“Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús”

Poner el nombre a un recién nacido hoy no va más allá que seguir una tradición familiar o una cuestión estética, pero en el Antiguo Testamento tenía una gran importancia, pues significaba determinar lo que esa persona iba a ser en el futuro. Que José tenga esta misión, nos dice la relevancia que tuvo en la vida de Jesús, pese a que el Evangelio apenas nos haba de él.

“Cuando José despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer”, y en adelante fue el protector y el más cercano cuidador de María y de la criatura que había en ella.   

¿Quién es Jesús? Jesús es el Hijo del carpintero y de María su mujer, nos dirán los nazarenos, pero Jesús es algo más, es el «Enmanuel”, el “Dios-con-nosotros» y que por ello nos libera de ese mal absoluto que es la ausencia de Dios.  

Nos dicen que José es el abogado de la buena muerte, pero en realidad lo es de la buena vida. La muerte es buena cuando la vida lo ha sido y lo es siempre que aceptamos el querer de Dios, aunque conlleve dificultades y problemas, sabiendo que si en verdad es voluntad de Dios nos conducirá a la auténtica plenitud espiritual y humana. Algo que José supo muy bien.

Encomendemos a José nuestro último momento, pero no dejemos de confiarle nuestro vivir para que éste tenga como centro y guía al propio Jesús y su seguimiento.

                                              

                                                                                                              Sor Áurea Sanjuán, op