La burla más sutil y punzante, el rótulo colocado en la cabecera de la cruz y que indicaba el motivo o delito por el cual se ejecutaba al reo: “Éste es el Rey de los judíos”    

Este que cuelga del madero, desecho de la gente, desfigurado, ante quien se vuelve el rostro, este es vuestro rey.

Pilato pese a su aparente neutralidad no debió quedar muy tranquilo pues había cedido a la presión y habia ordenado crucificar a un hombre a todas luces inocente, se vengó con esta ironía del chantaje al que lo habían sometido los jerarcas religiosos. Para estos resultaba humillante que alguien pudiese creer que aquel que colgaba de la cruz era realmente su rey que derrotado estaba tan cruelmente castigado por los romanos. El pueblo se sentía burlado al comprobar que aquel a quien habían querido aclamar como rey ahora estaba en el cadalso, resultaba ser un impostor. Los líderes religiosos burlados, el pueblo burlado. ¿y Jesús?

Jesús sintió la soledad el silencio y finalmente el abandono que le hizo exclamar: “¿por qué me has abandonado?” El Hombre Jesús pudo sentir la frustración, todo su vivir centrado en hacer el bien, en anunciar un reino de paz, de justicia, de amor y ahora sometido a la tortura más cruel reservada a los malhechores del estrato social más bajo. El Hombre Jesús pudo sentirse burlado.

Burlado además por el pueblo, los sacerdotes y los soldados que entre risas lo laceraban diciendo: “a otros salvó, que se salve a sí mismo” “si es, como dice, hijo de Dios, que baje Dios y lo libre”

Burlado por uno de los dos malhechores crucificados junto a él: “si eres hijo de Dios sálvate a ti y sálvanos”.

 En contraposición el otro ladrón confía en Jesús: “Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino.”. Jesús superando su propia desolación   mantiene su esperanza. Entre tanta oscuridad brilla una   luz: “Hoy estarás conmigo en el paraíso, estarás reinando conmigo. Jesús moribundo ha pronunciado palabras de Vida. Jesús moribundo lanza un grito que desborda confianza y seguridad: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” Mientras las tinieblas cubren la tierra y se rasga el velo del templo, Jesús muere matando la muerte El Hijo del hombre es glorificado.  Comienza el Reinado se Jesús

Jesús es Rey, pero su reino no es   de este mundo ni como los de este mundo. Es Rey, pero de manera. Sus poderes son la bondad, la misericordia y el amor. Es Rey de la manera más entrañable.

 Celebramos la fiesta de la realeza de Cristo una realeza que no tiene ninguna connotación política. El mismo lo declara explícitamente: “mi reino no es de este mundo”- Jesús es rey, pero lo es en el sentido amoroso y más profundo de la vida como cuando susurramos “cariño” y llamamos “rey” a quien amamos. Nuestro rey es aquel que concentra el sentido de nuestro vivir. Es Vida de nuestra vida. El amor ha burlado al burlador. Ésta ha sido la última burla.

Sor Áurea