En Cividale di Friuli, en el territorio de Venecia, Italia, nació Bienvenida Boiani, virgen, hermana de la Penitencia de santo Domingo, que pasó toda su vida entregada a la oración y a la austeridad. († 1292)
Su vida fue «un poema de alabanza a la Santísima Virgen, un himno de luz, de pureza y de alegría, cantado, más bien que vivido, en honor de Nuestra Señora». Ese himno comenzó con el nacimiento de la beata, en Cividale, población del Friuli, en 1255.
Tenía seis hermanas, mayores que ella. Su padre quería que el séptimo de sus vástagos fuese varón y se cuenta que, al saber que también había sido mujer, exclamó resignado: «¡Perfectamente; que sea bienvenida!» Por ello se dio ese nombre a la niña.
Desde muy pequeña se distinguió por la devoción a María, y acostumbraba a repetir muchas veces diarias la primera parte del Avemaría, y acompañaba cada invocación con una genuflexión profunda, según lo había visto hacer a los dominicos en la iglesia.
Al igual que la beata Magdalena Panattieri, a quien se conmemora el 13 de octubre, Bienvenida tuvo la dicha de pertenecer a una familia en la que todos eran tan piadosos como ella y aprobaban sus prácticas de devoción. Cuando la joven comunicó a sus padres que quería consagrar a Dios su virginidad y hacerse terciaria de Santo Domingo, éstos no le pusieron ninguna objeción.
Murió el 30 de octubre de 1292 y se ha perdido memoria del sitio en que fue sepultada en Cividale.